¿Cerca del Sur, del Mar y del Frio?

EL PROYECTO DE TRASLADO DE LA CAPITAL FEDERAL A LA COMARCA VIEDMA-PATAGONES CUMPLIO 20 AÑOS


Por Guillermo Rueda (Enviado especial a Viedma y Patagones)

No son pocos los protagonistas de entonces que, desde que el ex presidente Raúl Alfonsín tomara la decisión, aseguran que hoy existe un marco para instalar nuevamente el tema. El vínculo es inevitable, por caso, si se relaciona con el origen del presidente Néstor Kirchner. De todos modos, la lógica perspectiva del tiempo permite seguir obteniendo diferentes conclusiones de este hecho. Por ejemplo, las consultas alcanzar a precisar que, en esta zona, nunca se tuvo real conciencia del trascendental paso que estaba por darse. Y que ese es el principal error que, acaso, demande la historia.


"Tendría que haberme venido en una carpa".



La frase del ex presidente Raúl Alfonsín, expresada el último 3 de agosto durante una visita a la capital rionegrina, es el ícono de lo que debería haber sido el traslado de la Capital Federal a esta zona y, finalmente, no fue.


Transcurridos más de 20 años desde que se hizo pública la intención a partir de una filtración periodística, varios de los actores que participaron de ese proceso admiten que no es descabellado pensar que esa anunciada bisagra en la historia de la Nación puede ser nuevamente puesta en escena.


"Hace poco más de un año, el presidente Alfonsín me dijo que tenía la ilusión que Kirchner, por venir de donde viene, sea sensible al tema", aseguró la arquitecta Elva Roulet, ex vicegobernadora de la provincia de Buenos Aires en el período 1983/1987.
De todos modos, hizo la salvedad de que no pesara, en un eventual y necesario debate, el hecho de que el proyecto fuera presentado por otro partido.


"Habría que tomar este antecedente y tratar el tema en forma desapasionada, neutral, científica y política, a fin de establecer criterios generales buscando la opinión de gente involucrada para que tenga consenso", agregó.


Roulet, quien se formó en urbanismo en Francia, sostuvo que siempre le preocupó el tema de la deformación funcional de la Argentina.


"A excepción de la vivencia y concepción personalísima del doctor Alfonsín, que sólo acompañaron por algunos, ni siquiera en los ámbitos políticos el tema del traslado de la Capital Federal fue tomado con la debida importancia", dijo.


Para la ex vicegobernadora, lo fundamental, ahora, sería preparar a la ciudadanía para convencerla de la bondad y necesidad del proyecto.


"También hay que pensar dentro de una política general de descentralización integral y fomento de las actividades regionales. El federalismo debe dejar de ser una cuestión declamativa o constitucional, para transformarse en hechos concretos", aseveró Roulet.


El actual gobernador rionegrino, doctor Miguel Angel Saiz, aseguró que, si bien el presidente Kirchner es muy abierto y se le puede plantear el tema, no sabe cuál será su posición.


"Además, hay que tener en cuenta que si uno larga al debate una cuestión como esta, van a decir que Alfonsín ya fracasó", explicó.


También sostuvo que si el proyecto del traslado se hubiera concretado en 1986, seguramente hoy la Argentina sería distinta.


"Habría una modernización del Estado, no sólo en el desarrollo edilicio y demás, sino en el recambio en la plantilla de trabajadores. ¿Un ejemplo? esta renovación sería más amigable con las computadoras por una sencilla cuestión generacional", sostuvo.


"Lo ideal de no concentrar todo en la Capital es para evitar de que sea tan `católica'... porque Dios está en todas partes, pero atiende en Buenos Aires", señaló Saiz.


"La ley está y, honestamente, creo que el presidente Kirchner, por su condición de patagónico, está en condiciones de replantear la idea", admitió el doctor Eduardo Rosso.


Para el ex intendente de Viedma en el período 1989/1993, el traslado significaría cambiar el eje geopolítico del país, acercar el poder a una zona estratégicamente fundamental como la Patagonia, por la energía, el agua, la minería y la pesca, y permitir el ejercicio de la gestión pública de una manera diferente.


La afirmación del periodista, y ex secretario de Prensa del ex gobernador Pablo Verani (1995/2003), Omar Nelson Livigni, va más allá de las intuiciones.
"Tengo la certeza de que el gobierno de Kirchner va a analizar el cambio de la Capital. Si no es en este tramo de gobierno, lo será en el próximo", aseguró.


Definió a Kirchner como un hombre del interior, con criterio federal y que vivido en carne propia el hecho de sentirse ciudadano de segunda por aquello de provincias periféricas.


"Perfectamente, el traslado puede estar en su esquema mental", agregó.


Donde duda Livigni es en el eventual debate.


"Una de las grandes crisis de la Argentina es que la clase dirigente no levanta la puntería del debate. Y eso puede afectar un eventual proceso para reinsertar el tema", afirmó.


Para el dirigente Alberto Andría, de activa participación desde el consejo de administración que conducía los destinos de Viedma en 1986, la idea de descentralizar la Capital Federal continúa siendo una obligación.


"Pero, por una cuestión de múltiples intereses, es muy difícil. Además, quienes deben decidir están ocupados en otros temas como, por caso, las próximas elecciones", afirmó Andría.


"Si bien es cierto que el federalismo casi no existe, (debatir respecto del traslado) sería una forma de darle a la Patagonia el lugar que se merece, porque desde aquí se entregan todos los recursos, pero es muy poco lo que se recibe", comentó Rómulo Barreno, ex diputado nacional por el Frejuli (1985/1989) y titular del entonces Entecap (Ente para la Construcción de la Nueva Capital).
Aseguró que hoy existen dos cuestiones de peso.


"Los motivos por los cuales se discutió la necesidad del cambio aún siguen vigentes. Además, la Capital Federal ya no da para más", explicó Barreno.


El escritor, historiador y periodista maragato Carlos Espinosa no observa en el gobierno nacional predisposición para generar un debate de este tipo.


"De todos modos, eso no significa que haya perdido las esperanzas de que, en algún momento, vuelva a tratarse", manifestó.


Asimismo, Espinosa ponderó el lugar elegido en 1986 para erigir la nueva capital.


"Es el lugar menos contaminado del país, con una región y costa con ilimitado espacio para el desarrollo. Son cuestiones, ya resueltas aquí, de las más buscadas en todo el mundo", dijo.


Para Jorge Carrasco, ex diputado nacional de la UCR durante 1986, no es viable pensar en el traslado de la capital en un país que se debe reconvertir desde el pensamiento.


"De todos modos, sería interesante. La única salvedad es que las que deben debatir son las generaciones que crecieron en democracia", comentó.


Respecto de la factibilidad de que Kirchner instale esta cuestión, Carrasco señaló que es factible.
"El presidente está haciendo un pedido de concertación plural. Y el tema podría salir en cualquier momento", añadió.


Una visión distinta es la que ofreció el doctor Osvaldo Alvarez Guerrero, ex gobernador de Río Negro en el período 1983/1987, basado, sobremanera, en que no hay, de parte del gobierno nacional, una mirada sobre el futuro, tal como se enunciaba en el proyecto alfonsinista.


"En esta adhesión que está haciendo el gobierno provincial (por Miguel Saiz) con el nacional no hay ninguna contraprestación concreta. De manera que, si no hay voluntad para asistir ahora en forma federalista, menos lo habrá para un proyecto tan importante que, además, tiene origen en otro gobierno", manifestó, con inocultable pesimismo.


Admitió, no obstante, que la situación coyuntural del país ha cambiado.


"Las condiciones ahora serían mucho mejores como para un traslado, porque hay viento de popa", señaló.


"No es que el gobierno sea exitoso en materia económica, pero lo cierto es que los precios de los comodities, las exportaciones, no haber ajustado por inflación el sistema tributario y seguir manteniendo el precio del trabajo en niveles bajos, hace que la Argentina tenga una capacidad de ahorro espectacular y con un superávit fiscal jamás visto.


"Más allá de esa realidad, no advierto ánimo, ni en el gobierno ni en la sociedad argentina ni en Viedma siquiera, a excepción de algunos lugares de la Patagonia, para debatir el tema", aclaró, para cerrar: "Sólo en función de los triunfos electorales podría anunciarse algo así; sería increíble".


De utopías y convicciones



"Claro que el proyecto era utópico, pero se sabe que las utopías dejan de ser en la medida que existe convicción de que el proyecto es realizable".


Hoy, el ex gobernador rionegrino Osvaldo Alvarez Guerrero sostiene que faltó voluntad política para que el traslado haya sido exitoso.


"El doctor Alfonsín tenía intención política, pero buena parte de la sociedad argentina, especialmente la ubicada en la Capital Federal y en el Conurbano, no", dijo.


"No existió voluntad de cambio, ni de futuro; incluso, muchos de los ministros de la Nación contribuyeron. Recuerdo que cuando Alfonsín me explicó su idea, le dije que si pasaba a la historia iba a ser por un proyecto transformador y no por bajar un punto o dos de inflación", contó.


"Uno de los casos más emblemáticos fue la venta de la embajada argentina en Tokio. Alfonsín me prometió que ese dinero iba a destinarse a la construcción de los primeros puentes de la nueva capital. Se necesitaban 500 millones de dólares.


"Yo había presentado un proyecto de ley, para que se obligara la utilización de dicho fondo en función del traslado. Pero el presidente me llamó y me dijo que no hacía falta, que él se comprometía a hacerlo", contó el doctor Alvarez Guerrero.


"Lo cierto es que ese dinero formó parte de los 3.000 que se destinaron a comprar dólares y mantener el tipo de cambio fijo y, consecuentemente, detener la inflación. Claro, no alcanzó", relató.


El actual mandatario de Río Negro, doctor Miguel Angel Saiz, se apoya, como clara explicación de lo que pasó, en las palabras de Alfonsín.


"Tendría que haberse venido en una carpa", dijo, para agregar: "También influyó la opinión final de los poderosos que viven alrededor del Obelisco", señaló Saiz.


"El talón de Aquiles de Alfonsín --argumentó el periodista Omar Nelson Livigni-- que la fragilidad de la economía".


"Pensó que con sólo trasladar las reparticiones nacionales ya estaba el desarrollo. Pero no es así, porque para eso hace falta un marco de recursos", afirmó.


"De todos modos, con anterioridad había pesado el hecho de que los intereses de la Capital Federal no estaban dispuestos a sacrificar el derecho del picaporte: Es decir, no era viable que el picaporte estuviera a 1.000 kilómetros", agregó Livigni.


Para el ex intendente viedmense Eduardo Rosso, la idea caducó por una falla en la gestión del proyecto.


"Faltó acción concreta. Además, la propuesta tocaba muchos intereses y había que tener un método especial de instalación y concreción, porque muchas iban a ser las contras", relató.


"En este tren de ideas, nosotros le propusimos al doctor Alfonsín que no se desdibujara en maquetas, proyectos faraónicos y consultores que hicieron, por caso, los proyectos educativos, culturales y de medio ambiente, sino que se comenzaran a realizar actos de posesión", explicó.


Rosso dijo que una de las intenciones era que se utilizara el edificio de Vialidad Nacional en Viedma y allí se realizaran actos simbólicos.


"Alfonsín podía venir una vez por mes a firmar las leyes que promulgaban las cámaras. Era algo más que un símbolo de posesión; pero no se hizo", contó.


El ex jefe comunal aseguró que esto provocó descreimiento en la gente, a lo que debió sumársele, como punto final, la crisis económica. Y contó una anécdota afín.


"La ley de traslado decía que el Entecap debía tener sede principal en Viedma y subsede en la Capital Federal. Bueno, fue exactamente al revés... No podía ser que el único organismo que tenía que concretar la obra tuviera un sesgo centralista", sonrió.


El Entecap se disolvió en noviembre de 1989, bajo la presidencia de Carlos Menem y cuando Néstor Rapanelli era ministro de Economía.


Para Alberto Andría, que integraba el consejo de administración viedmense, el principio del fracaso fue no haber puesto gente más ejecutiva en los proyectos.


"Luego, los intereses de Buenos Aires comenzaron a cobrar importancia y el proyecto se terminó diluyendo", afirmó.


"Lo curioso de ese tiempo fue que los representantes de las delegaciones de todo el mundo, que venían a conocer la anunciada nueva capital para saber dónde iban a mudarse, estaban más convencidos del traslado que los propios funcionarios nacionales", relató.


"Si Alfonsín hubiera tenido el coraje de pedirle a Alvarez Guerrero un ala de la residencia de la gobernación para comenzar a trabajar--dijo el escritor Carlos Espinosa--, aún sin ley, como algo transitorio, la gente lo hubiera tomado en serio".


Más adelante señaló que el Entecap le dio demasiada importancia al desarrollo arquitectónico.
"Venían arquitectos de fuste y nos hablaban de la ciudad diseñada a favor del viento y de calles en las que nunca iba a haber sombras. Estaba bien, pero antes se tendría que haber respondido más ejecutivamente las cuestiones del traslado. En otras palabras, instalarse", sostuvo.


"Después todo se complicó en dos frentes: el económico, principalmente, y el militar, con el alzamiento de Semana Santa, en abril de 1987", contó.


Respecto de cómo tomaron el traslado los grandes medios nacionales, Espinosa dijo que con humor y picardía.


"Nunca propusieron un debate serio, como, por caso, reunir en una mesa a intelectuales para saber qué opinaban. Bastardearon el tema", admitió.


"Mantener la idea original de que Alfonsín vendría cada 15 días a trabajar hubiera sido fundamental, porque era algo más que un símbolo", señaló el ex diputado provincial Jorge Carrasco.


"En verdad, no pudimos derrotar al poder central. Pocos nos acompañaron, y en esto incluyo a la gente de Viedma", añadió.


Para la ex vicegobernadora Elva Roulet, la idea fracasó porque no había conciencia de mirar hacia el futuro y porque, además, era un momento económico muy desfavorable.


"También fue un tema tomado en forma política, porque el oponerse a todo siempre es una herramienta en la Argentina. Cierto es que, al aparecer como algo súbito, la gente tampoco pensó mucho en la idea", sostuvo.


La primera reflexión que le surge a Rómulo Barreno, ex titular del Entecap, a 20 años del proyecto, es que se perdió una oportunidad histórica.


"Alfonsín se equivocó cuando no apuró el proyecto y se tomó mucho tiempo en las gestiones preliminares. El mismo reconoció ese error. De todos modos, creo que hoy, en Viedma, ya no interesa el tema del traslado", aseguró.


Barreno sostuvo que, en ningún momento, la gente de Viedma lo vivió como la antesala de un hecho histórico.


El ex legislador maragato señaló que, según los cálculos preliminares, el traslado costaría 6.000 millones de dólares.


"En ese momento se dijo que no se concretaba por falta de fondos, pero no fue así, ya que ese dinero fue a parar, finalmente, al Conurbano Bonaerense, cuando (Eduardo) Duhalde aceptó ser gobernador si le otorgaran ese dinero en concepto de `reparación histórica", recordó.


¿Mucho tiempo en proyectos?



"La ejecutividad es relativa, porque sólo puede ser aplicada cuando están elaborados los proyectos. La cuestión ambiental era más importante que el urbanismo y realizarla llevó un buen tiempo. La rapidez, que muchos reclamaron, hubiera traído improvisación. La idea siempre fue cambiar las cosas con eficiencia". Textual del arquitecto viedmense Oscar Sanguinetti, director de división de la gerencia de construcción del Entecap.


Razones y proyectos



Los proyectos acerca del desmesurado crecimiento de la Capital Federal y, por ende, de la necesidad del traslado tienen no pocos antecedentes.


"Más cerca en el tiempo, el presidente (teniente general Alejandro Agustín) Lanusse (71/73) había presentado varios proyectos. Esto tenía lógica en que los gobiernos militares siempre mostraron una especial dedicación por lo que es el planeamiento demográfico y territorial", contó Omar Nelson Livigni.


"Los militares abrevaban de geógrafos de fama internacional los lugares del mundo que tenían mayores posibilidades de recibir población, teniendo en cuenta amplitud de territorio, disponibilidad de agua potable, ubicación sobre el mar y clima templado. Y este valle de 70.000 hectáreas, de las cuales 20.000 están bajo riego, es uno de los pocos del planeta que aún reúne esas características", agregó.


Para Livigni, Raúl Alfonsín se hizo eco de estos argumentos para tomar una decisión personalísima.


"Además consideró que, después de los inconvenientes con Chile, en 1978, y la guerra de Malvinas, en 1982, muchos se dieron cuenta de que la Patagonia era un portaaviones enclavado en el mar, con proyección hacia el mar Argentino y el Austral, el estrecho de Magallanes, las Islas Malvinas y la Antártida. Sin dudas, Alfonsín pretendía potenciar el ángulo austral de la Argentina", comentó.


"Esas cuestiones geopolíticas, respecto de revalorizar el franco más sensible de la soberanía, como es la Patagonia, con sólo 1.500.000 habitantes y fabulosas riquezas, como reservas de agua potable intangibles y sin contaminación, todavía continúan vigentes. Es más, se han magnificado", amplió.


También sostuvo el periodista en este marco que no es casual la compra permanente, por parte de extranjeros, de tierras ubicadas en sitios estratégicos.


"Trasladar la capital al sur sería inteligente y convocante en este gran marco ideológico y teórico de la defensa del interés general de apuntalar la soberanía", consideró Livigni.


Las obras que, sin aquel anuncio, aún estarían pendientes



Desde que se anunció el proyecto, no resultó mucha la obra realizada donde se iba a erigir la nueva capital.


"En ejecución no había casi nada", recordó el doctor Eduardo Rosso, quien asumió en 1989 el cargo de jefe comunal al ganar las elecciones por el justicialismo, en las que el radicalismo (con Bautista Mendioroz) quedó --contra todas las predicciones, como puede suponerse-- en tercer lugar. Anteriormente, Rosso había trabajando en una ONG de apoyo al traslado.


Cierto es que lo proyectado (cloacas, desagües pluviales, asfalto y viviendas) había pasado el proceso de licitación, pero la crisis económica demoró la toma de decisiones.


"Desde que asumimos, trabajamos en la etapa del refinanciamiento de todas las obras. No fue fácil pero, gracias a Dios, en 1992 las empezamos. Para esto utilizamos el lema de la reparación histórica, claro", comentó Rosso.


Uno de los trámites que sí fue inmediato se refería a las viviendas solicitadas al Banco Hipotecario Nacional.


"Todas las carpetas que estaban ingresadas en Viedma pasaron directamente a la condición de aprobadas. Eran unas 1.200 que, junto con la extensión de los cupos del Fonavi, se llegó a una cifra de 7.000. Esa es la razón por la que, hoy, la ciudad está rodeada de barrios", relató Rosso.


En Viedma --localidad que tenía 35.000 habitantes en 1986 y que hoy llega a 60.000-- se terminaron los desagües pluviales de toda la ciudad (20 kilómetros subterráneos), cloacas, tres estaciones de bombeo, asfalto y los departamentos del complejo denominado 1.016 Viviendas.


A excepción de las unidades habitacionales, en Patagones (entonces 15.000; hoy 25.000) se hizo algo semejante, con el agregado de brindar solución a un antiguo problema: la calidad del agua.


En Guardia Mitre, donde hoy viven 600 personas y se encuentra a 75 kilómetros de la capital rionegrina, se efectuaron dos obras fundamentales: agua y gas. Costaron 4 millones de pesos/dólares.


Para hacer todo lo licitado, la Nación aportó los fondos, a modo de préstamo, por $/U$S 21 millones.


Recién en 1996, después de un proyecto presentador por el senador nacional Remo Costanzo, el gobierno nacional conmutó la deuda que tenían las tres localidades.


La especulación



Aun meses antes de conocerse públicamente el anuncio del traslado de la Capital Federal, un inusitado movimiento inmobiliario se produjo en Viedma. "Evidentemente, el secreto lo tenía un grupo de gente de Buenos Aires. Acá hubo varias compras emblemáticas, estratégicas y llamativas de terrenos, que demostraron que esos señores no eran Mandrake, sino que actuaban con el dato. Un caso puntual fue la esquina de Alvaro Barros y Buenos Aires, que se pagó cinco veces más que su precio original", señaló Omar Nelson Livigni.


Alfonsín: "La Argentina no debe ser desagradecida respecto de su espacio"


A consecuencia de la filtración informativa producida el 12 de abril, el ex presidente Raúl Alfonsín debió apurar los pasos y, sólo cuatro días después, viajó a Viedma donde, en un discurso ante 10.000 personas en el palco del ministerio de Economía, dejó algunas frases no requieren actualización.


* "Es indispensable crecer hacia el sur, hacia el mar y hacia el frío, porque esas fueron las señales de la franja que abandonamos, los segmentos del perfil inconcluso que subsiste en la Argentina".


* "El país se prepara para ingresar en el siglo XXI y los grandes espacios constituirán uno de los signos necesarios de un tiempo en que se hará conciente la lucha del hombre contra la contaminación ambiental, la falta de franjas verdes, la lejanía de los campos fértiles y la carencia del sol, datos propios de las grandes conglomeraciones humanas".


* "Ya no alcanza la idea de una Argentina fluvial, sino que es necesario ir a la búsqueda de la Argentina oceánica, y la Argentina oceánica empieza mucho más al sur de esta vía fluvial madre que es el Río de la Plata: comienza girando la provincia de Buenos Aires, buscando, antes del Golfo de San Matías, un nuevo centro de gravedad en el río Negro y en una desembocadura que aferra a todo el litoral marítimo de la Patagonia, mirando hacia la Antártida y buscando una suerte de identidad geográfica renovada, pero muy específica de la Argentina, que es la identidad de la Argentina sureña, que es la posibilidad de aproximar el polo al territorio tradicional del país".


* "Las grandes ciudades del mundo se han ubicado lejos del Polo sur y la línea del Río Negro constituye un punto de referencia que aparece como sumamente significativo (...). Ninguna capital está situada más allá del paralelo que marca la desembocadura del río Negro".


* "Los países no puede elegir su ubicación geográfica, pero pueden replantear su geografía a través de la política".


* "Una de las grandes lecturas de nuestras crisis es que se trata de un país que no ha crecido, que no se ha extendido, que no ha realizado a nivel necesario la conquista de sus grandes espacios abiertos (...) La Argentina no debe ser desagradecida respecto de su espacio".


Con anterioridad, de los innumerables textos que aluden a esta cuestión pueden rescatarse dos inolvidables, especialmente por quienes son sus autores.


* "Las provincias han creído que Buenos Aires, como sede de las autoridades nacionales, eran el punto supremo de la aspiración de todos, mientras que Buenos Aires procedió con esos aportes sagrados con un criterio no sólo unitario, sino verdaderamente municipal. Se engrandeció, se embelleció, se fortificó, mas exclusivamente como urbe y no como Capital Federal".


Ezequiel Martínez Estrada (1895-1964), "La cabeza de Goliat", en 1940.


* "Soy representante de la capital de la República. He nacido en esta urbe fastuosa y cosmopolita que ignora el dolor argentino, la desolación de la tierra yerma y la tragedia de los hombres de los eriales desiertos y silenciosos".


Alfredo Palacios (1878-1965), senador socialista, en 1941.


Opinión


Aquellos señores vestidos de pilotos


Entre los meses de febrero y marzo (de 1986) surgieron indicios de que algo estaba ocurriendo en Viedma. Eran percepciones periodísticas, difíciles de explicar.


Por ejemplo, en el hotel Austral se alojaban señores, con uniformes de pilotos, que iban y venían del aeropuerto, y sobrevolaban la zona. Otro detalle: desde la secretaría de Planeamiento provincial llegaban otras personas, que trabajaban en aspectos desconocidos y sólo pedían que nadie los asista.


Así, como no hay ningún secreto que se libre, un día concurrí a cenar a la casa de un amigo (Alberto Andría), que era frecuentada por miembros de la administración radical de (Osvaldo) Alvarez Guerrero.


En la sobremesa, alguien afirmó que Viedma estaba ante un hecho histórico y dejó traslucir que sería por el traslado de la Capital. Yo estaba como comensal, pero no podía desligarme de mi función de periodista.


Al otro día, el gobernador Alvarez Guerrero se enteró de la reunión, de lo que había comentado uno de sus funcionarios y que, justo, se encontraba el corresponsal de "Clarín" . Me mandó a buscar, nos encontramos y me pidió un gran favor: "Mirá, se trata de una cuestión de Estado y es importante que no se publique nada, en especial por la confianza que el presidente Alfonsín depositó en mí".


Tuve la feliz idea de decirle que podía demorar unos días la información, pero no por tiempo indefinido. Pactamos --entonces-- en que iba a hacer una pausa en el tema, a fin de no poner en peligro el traslado de la Capital por un frenesí periodístico.


No obstante que tenía la percepción de que esto iba a saltar en cualquier momento, esperé durante tres días. Pero al cuarto redacté la noticia y la envié, por avión, al diario. Ese mismo día hablé con el periodista a cargo Marcos Cytrynblum, con quien me conocía de toda la vida, y se mostró estupefacto e incrédulo por el tenor de la información, ya que en Buenos Aires nadie sabía nada.


Me aseguró que, desde la dirección, le habían confirmado que, hasta no tener la ratificación oficial, no se publicaría. Pasaron entre 15 y 20 días que, para mí, fueron eternos. Igualmente, hablaba todos los días con la gente del diario, ya que en Viedma la cuestión iba tomando cuerpo.


Y ahí sucedió algo fortuito. Alvarez Guerrero, que militaba en la misma línea interna que el gobernador de Misiones (Ricardo Barrios Arrechea), provocó, por esas afinidades, un hecho insólito: que se reunieran los gabinetes de ambas provincias en la capital misionera. En la cita se comentó, pidiendo máxima confidencialidad, que el cambio de la Capital era inminente.


Un sábado (11 de abril) llamo a la redacción por novedades y el periodista Joaquín Morales Solá me dice: "Sale mañana, Negro. Va tapa con cuerpo 44, (páginas) 2 y 3, tal como mandaste el informe". Ahí me agarró un temblor... Naturalmente, le pregunté cómo lo habían chequeado.


Producida aquella reunión de gabinete en Misiones, el corresponsal de "Clarín" se encontró con el ministro de Gobierno de allí, tomaron una copa, y le preguntó qué había pasado. Le contestó que manejaron temas de cajón, pero que la bomba era el traslado de la Capital. El corresponsal llamó al diario, desde donde chequearon la noticia con ese mismo funcionario. Era exactamente lo que se necesitaba para publicarla.


Repasando hoy aquellas notas, advierto que por ahí había un poco de exageración; no eran las que hubiera escrito más calmo, sereno o lejos de los acontecimientos. Pero, como se comprenderá, era inevitable.

Omar Nelson Livigni fue corresponsal en Viedma del diario "Clarín" . Fue quien redactó la primicia del anuncio del traslado de la Capital Federal, publicada por el matutino el domingo 12 de abril de 1986










NOTA: Publicado en el diario La Nueva Provincia de Bahía Blanca, domingo 17 de Setiembre de 2006

Frondizi y Alfonsin: Dos grandes proyectos que todavia perduran

Uno cambió definitivamente la economía nacional. El otro consolidó la democracia y fijó una agenda que todavía está vigente. La decantación histórica obligará a reconocer las sendas que abrieron.
 Se puede tener opinión desfavorable; de uno o de ambos. No es posible negar, en cambio, que volaron alto. Observaron paisajes invisibles para el gobernante que sobrevuela encuestas y calendarios electorales.

Arturo Frondizi y Raúl Alfonsín condujeron a la Argentina en tiempos difíciles para Latinoamérica. Epocas de hegemonía militar (los años 50 y 60). Epocas de deuda e inflación (los 80: según la CEPAL, una "década perdida").

Pese a tamañas dificultades, Frondizi y Alfonsín echaron a andar los dos grandes proyectos que la Argentina conoció en el último medio siglo.

Cuando Frondizi accedió al gobierno, hacía sólo 209 días que se había iniciado —con el lanzamiento del Sputnik I— la era espacial. El descubrimiento del ADN era tan reciente que Watson y Crick aún no habían recibido el Nobel. Faltaban 23 años para la primera PC. El mundo era analógico, la globalización no existía y la ingeniería genética resultaba impensable.

En tales condiciones, el desarrollo económico tenía —salvo por la importancia del petróleo y la electricidad— un sentido distinto del actual. Su motor era la industria pesada.

El ahorro interno no alcanzaba para armar semejante motor. A la vez, los capitales extranjeros, librados a su arbitrio, podían elegir las áreas donde menos hacían falta: industria liviana y servicios. El gobierno fijó prioridades y orientó las inversiones a la industria de base. El propósito era que el PIB creciera a tasas muy altas, en plazos muy breves, diseminando riqueza por todo el territorio. Para eso, había que quemar etapas; como lo harían, años más tarde, los países del sudeste asiático.

La batalla del petróleo. En 1958, la Argentina importaba 75% del petróleo que consumía. Cuatro años más tarde, había logrado el autoabastecimiento. En el mismo período, multiplicó por cuatro y medio la producción de gas. Quedaba atrás una peligrosa dependencia.

"Madre de industrias". La abundancia de petróleo y gas, junto a regímenes de promoción, catapultó la producción de etileno, butadieno, aromáticos, amoníaco, metano y otros derivados. Despertó así la petroquímica, "madre de industrias", que provee plásticos, fertilizantes, herbicidas y pesticidas.

"Sin hierro, acero y energía, no hay porvenir". No fue sólo una frase. En 1960, se inauguró el primer alto horno. En los cuatro años, la producción de arrabio se multiplicó por 12. La de acero, por 2. La generación hidroeléctrica, por su parte, se duplicó; y Frondizi promovió El Chocón, que se concretaría años más tarde.

El "boom" automotor. La Argentina, que había fabricado 15.000 autos en 1957, fabricó 115.000 en 1962. El salto (666%) fue portentoso.

10.000 kilómetros de caminos. El plan oficial requería la expansión acelerada de la infraestructura. En los cuatro años se construyeron rutas a un ritmo sin precedentes: 213 kilómetros por mes.

Balance. Frondizi fue derrocado tras gobernar sólo 1.428 días, en medio de 26 planteos militares y 6 intentos de deponerlo. No importó. Esa breve gestión fue suficiente para cambiar el perfil productivo de la Argentina. El país ya no volvería a ser el mismo.

Tras años de dictadura, guerra y atraso, Alfonsín se propuso enraizar la democracia, asegurar la paz con los vecinos y sentar las bases de una Argentina moderna.

La Segunda República. Según su visión, un régimen "semiparlamentario" —como el francés o el alemán— cerraría las puertas a futuros caudillismos y tentaciones hegemónicas. La idea sobrevivió a su gobierno; pero la reforma constitucional (1994) la desdibujó: se necesitaba un verdadero primer ministro, no un mero jefe de Gabinete.

El Plan Okita. En 1985, se encomendó a Saburo Okita —artífice del "milagro japonés"— un "Estudio sobre el Desarrollo Económico de la República Argentina". Ese estudio (Plan Okita, 1987) inspiró varias reformas económicas. En la era pos Alfonsín, la Argentina pidió a Japón una actualización del trabajo (Plan Okita II, 1996), que definió una estrategia para irrumpir en los mercados del sudeste asiático.

La reforma del Estado. Alfonsín no adhirió al dogma estatista, que vincula empresas públicas con soberanía; ni al dogma privatista, que pone cualquier cosa en manos de particulares. Alfonsín privatizó aquello que el Estado no podía capitalizar ni gestionar: industrias (desde Atanor hasta SIAT) y servicios públicos (Flota Fluvial, Austral, Movicom). El PJ se opuso, sin éxito, a la reforma del Estado; pero, una vez en el gobierno, debió proseguirla. Un elemento diferencial: las privatizaciones radicales fueron transparentes y jamás derivaron en escándalo.

El Congreso Pedagógico. Se inspiró en aquel que, en el siglo XIX, dio origen a la Ley 1420. Este segundo congreso permitió que, a lo largo de cuatro años, la sociedad expresara demandas e ideas. El propósito —modernizar el sistema educativo— trascendió al gobierno de Alfonsín. En 1993 se sancionó la Ley Federal de Educación, que no satisfizo las expectativas; y ahora se está en proceso de reemplazarla por una Ley de Educación Nacional.

Segunda batalla del petróleo. Alfonsín se negó a privatizar YPF; pero, como Frondizi, otorgó permisos de exploración (Plan Houston, 1.300.000 km2) e hizo que la empresa formara joint ventures para la explotación. Resultado: el país, que había vuelto a importar petróleo, recuperó en 1988 el autoabastecimiento. Pese a altibajos, y cambios de política, la Argentina ya no volvería a depender del petróleo importado.

Geopolítica (I). La paz con Chile. La Argentina y Chile habían estado al borde de la guerra (1979) por tres islas en el Beagle. En 1984 se firmó el Tratado de Paz y Amistad, que reconocía la soberanía chilena sobre tales islas. Se temía que el Congreso argentino —dominado por la oposición— no lo ratificara. El gobierno llamó a un "plebiscito" voluntario, y 81,5% de la población se pronunció a favor del tratado. El Congreso se vio obligado a plegarse. Se inició así una nueva política regional, que ya no sería modificada. En los 90, se cerraría el último conflicto fronterizo: Hielos Continentales.

Geopolítica (II). Mercosur. Junto con su colega José Sarney, de Brasil, Alfonsín terminó con los ancestrales recelos argentinobrasileños. En 1985, ambos se comprometieron a formar un mercado común. Fue el origen del Mercosur (constituido en 1991), que es política de Estado en ambos países y, también, en Uruguay y Paraguay.

Geopolítica (III). "Imaginación y coraje", pidió Alfonsín en 1986, cuando propuso trasladar la capital a Viedma. Quería promover "la civilización del frío", integrando a pleno la Patagonia. Es dudoso que el traslado de la capital fuera el método. Sin embargo, la visión era correcta. "La civilización del frío" avanza y ahora la Patagonia, con su producción cada vez más diversificada, aparece como una de las regiones más dinámicas del país.

Balance. Alfonsín dejó el poder tras haber gobernado 2.037 días, en medio de 13 paros generales, la crisis de la deuda y la inflación mundial. No importó. En ese tiempo se fijaron los temas que (aún hoy) forman la agenda argentina: calidad institucional, limitación del poder presidencial, rol del Estado, nuevo sistema educativo, efectiva integración de la Patagonia, relaciones con los países vecinos y Mercosur.

Frondizi y Alfonsín fueron fustigados por sus errores: los que cometieron en la Casa Rosada y, después, como ex presidentes dedicados a la política.

La decantación histórica obligará a reconocer sus aciertos gubernamentales y a ignorar lo demás.

Nadie, por ejemplo, juzgará a Frondizi por no haber podido mantenerse hasta el 1º de marzo de 1964; o a Alfonsín por no haberse aferrado al sillón de Rivadavia hasta el 10 de diciembre de 1989.

Para un hombre de Estado, lo importante no es durar. Lo importante es perdurar. Sus ideas deben resultar más poderosas que sus propios gobiernos.



FUENTE: Publicado en diaria Clarín el 06 de Septiembre de 2006
http://www.terragno.org.ar/vernota.php?id_nota=809