La Capital que no fue

Por Juan Maria Estrade


El proyecto de traslado de la capital del país hacia Viedma, Carmen de Patagones y Guardia Mitre, impulsado por el gobierno de Raúl Ricardo Alfonsín, a mediados de los ´80, como una forma de implementar la fundación de la Segunda República, se fue diluyendo a través del tiempo, y dejó sumida a esta porción de tierra patagónica en la mayor orfandad.

Este desafío, que constituyó un hito siempre soñado por la doctrina radical, se tradujo en un despliegue de energías rápidamente agotadas, debido a un sinfín de razones, de orden político, económico, sociológico, histórico e ideológico. Sería muy complejo y demasiado ambicioso, realizar el análisis de cada una de ellas. Por tal motivo, este trabajo se limitará a señalar algunas de las que se consideran más relevantes:

- Para rediseñar una nueva Argentina no se recurrió a una orgánica red de articulaciones con todos los actores del espectro nacional, que previamente elaborara el consenso para sumar la mayor cantidad de voluntades necesarias.

- La falta de conciencia de la envergadura histórica de esta empresa, por parte de la población local, que lo vivió como una imposición, ajena a las expectativas e identidad de la zona.

- El Gobierno Nacional lanzó el desafío sin la suficiente sustentación de todo el espectro político partidario, que el traslado de la Capital Federal, junto con la reestructuración del Estado y el redimensionamiento del país, exigía previamente.

Para solventar los lineamientos conceptuales de la hipótesis, se recurre a un recorte de la información, que apunta a deducir las posibles y más importantes motivaciones, que troncharon las expectativas tendientes a redimensionar las estructuras del Estado, y a replantear la dinámica del país.


EL DISCURSO PRESIDENCIAL


Todo estaba preparado para que el 22 de Abril de 1986, Viedma y Carmen de Patagones celebraran su cumpleaños 207. Nada desacostumbrado se encontraba dentro de la programación.

Se dice que el entonces Presidente Raúl Ricardo Alfonsín tenía previsto formular en la Comarca, la histórica invitación hacia “el sur, el mar y el frío” para la instalación de la sede del gobierno nacional en esta región norpatagónica.

El ambicioso proyecto de convertir a Viedma y Carmen de Patagones en el Nuevo Distrito Federal, junto con Guardia Mitre, población rionegrina cuyo nacimiento data de casi cien años después, respondía al reiterado sueño radical de lograr una nueva cara para la Argentina, mediante la fundación de la Segunda República.

El domingo 13 de Abril anterior a la fecha aniversario de esta porción austral de territorio, el diario “Clarín” sacudió al país con su primera plana a través del siguiente anuncio: “El Gobierno estudia el traslado de la Capital a Viedma”.

La primicia sensacional repercutió a lo largo y ancho del país y se convirtió en agenda obligada de todos los medios, a pesar de que el tema se venía hablando en reserva entre los círculos más allegados al poder político, desde por lo menos dos meses antes.
Este comentario se nacionalizó rápidamente y obligó al Dr. Alfonsín a adelantar tan trascendental mensaje, con una visita a la ciudad de Viedma, concretada el 16 de Abril.

En ese tiempo, Omar Nelson Livigni era corresponsal en la localidad del diario “Clarín”. Dicho periodista fue el autor de la información en la que se basó el medio gráfico para revelar este secreto, cuidadosamente guardado en el entorno más cercano de las autoridades nacionales y del Gobernador de la Provincia de Río Negro, Dr. Osvaldo Álvarez Guerrero.

Carlos Espinosa, en “Perfiles y Postales”, transcribe los entretelones revelados por Livigni que le permitieron tomar contacto con los preliminares del proyectado traslado: “un conjunto de indicios, que se venían gestando durante febrero y marzo en el mayor sigilo, pero, que posibilitaron conocer de qué se trataba. Entre ellos una reunión en Viedma, en el domicilio del vecino Alberto Andría, donde el Gobernador Osvaldo Álvarez Guerrero dejó trascender el proyecto de traslado y las tareas de relevamiento que se encontraban efectuando los arquitectos Ríopedre y Bacigalupo (designados por la Presidencia de la Nación), sus equipos técnicos y otras precisiones”.

Tras la inesperada filtración noticiosa realizada por el matutino nacional, el Presidente dedicó el lunes 14 a completar con sus asesores una serie de argumentos explicativos del plan; el martes 15, por la noche, pronunció un discurso por cadena nacional, ante los miembros del denominado “Consejo para la Consolidación de la Democracia”, integrado por personalidades de la cultura. Y al día siguiente viajó a Viedma.

En la capital rionegrina realizó tres actividades: visita a la Legislatura, con mensaje ante los parlamentarios provinciales; un breve acto en la casa de Gobierno, para entregarle al primer mandatario local una carpeta con el proyecto de traslado; y finalmente, un discurso desde los balcones del Ministerio de Economía, frente al río Negro, ante unas cinco mil personas; algunas con pancartas en las que mencionaban a tal o cual ciudad del interior rionegrino, como sede para la hipotética capital provincial.


UN POCO DE HISTORIA DEL LUGAR ELEGIDO


En la segunda mitad del siglo XVIII, el litoral norte de la Patagonia, mal conocido por navegantes y exploradores, estaba poblado por tribus nómades de tehuelches, diestros en la caza de guanacos y avestruces y en la recolección. Se abrigaban con quillangos, y aprovecharon las ventajas naturales que ofrecían las márgenes del Curuleuvú (Río Negro) y la abundancia de flora y de fauna silvestre local, que contrastaba con la aridez de las mesetas patagónicas. Sitio favorito de estos primitivos pobladores fue la Laguna del Juncal, ubicada al suroeste de la actual ciudad de Viedma.

Hacia 1750, ya se había iniciado el desplazamiento de los tehuelches por parte de los araucanos, que llegaban atraídos por el ganado que robaban en las estancias del norte para revender en Chile. El río Salado obraba como línea divisoria entre las tierras de malones y las poblaciones del sur bonaerense.

El peligro era claro: Inglaterra, en plena expansión ultramarina, estaba dispuesta a organizar nuevas colonias a expensas del Imperio Español. Necesitaba puertos y abrigos seguros para sus barcos pesqueros y mercantiles, al igual que para sus fuerzas navales. Además quería resarcirse de las pérdidas de sus colonias de América del Norte. España, consciente de esta amenaza, ordenaba reconocimientos en las costas y en el mar de estas zonas, que arrojaban un saldo inquietante: la noticia de que los ingleses se habían establecido en las islas Malvinas. La Corona, entonces, se dispuso a expulsarlos de allí y asegurarse el control de la región austral, mediante exploraciones minuciosas y algunas fundaciones en el litoral de la Patagonia.

Hasta esa fecha, los intentos de establecer enclaves permanentes en el sur, habían fallado. La hostilidad del clima, la presencia de indígenas transhumantes, la lejanía de los centros poblados por el español, conspiraron para que fracasaran las empresas que se iniciaron en Santiago de Chile y en Buenos Aires.

En la década del 1770, la Corona tenía conciencia del alto riesgo que representaba mantener esos espacios vacíos. Es entonces que se dieron órdenes de que se ocuparan inmediatamente los puntos neurálgicos de Bahía sin Fondo (actual Golfo de San Matías) y Bahía San Julián. Se insistía en que estas poblaciones no debían ser abandonadas y que era necesario la construcción de fuertes para protegerlas.

Francisco de Viedma fue seleccionado para encabezar el poblamiento de San Julián y Juan de la Piedra tuvo como destino Bahía sin Fondo. El Virrey Vértiz designó al primero como Comisionado Superintendente de la región asignada. El 7 de Enero, las embarcaciones fondeaban en San José y surgió la fundación de la villa del mismo nombre (Península de Valdéz, Chubut).

Entre tanto, se exploraron las costas cercanas y especialmente la boca de los ríos Colorado y Negro. Fue el piloto Basilio Villarino, quien sorteó hábilmente la boca del Curru Leuvú y navegó aguas arriba. Lo sedujo el caudaloso río bordeado por sauces y el contraste que ofrecía con la árida península que acababa de abandonar. De regreso a San José narró los resultados de su expedición. Francisco de Viedma, que se encontraba a cargo de ese establecimiento, optó por trasladar a su gente al Río Negro.

El Fuerte de Nuestra Señora del Carmen se emplazó en la banda sur del río, donde actualmente se encuentra el Centro Cultural de la Capital rionegrina.

El sitio fue seleccionado por sus condiciones de fertilidad, porque era accesible para regar y porque facilitaba la labranza y la agricultura.


Pero, las aguas del río, en esta porción de la geografía patagónica, sufren diariamente el influjo de las mareas y el 13 de junio, debido a una inusitada crecida, el sitio elegido fue inundado y la gente se salvó trepada en los techos de los ranchos.

Como consecuencia de la catástrofe, el fuerte y el poblado se mudaron a la banda norte, más escarpada y segura, pero menos apta para los cultivos.

En octubre de 1779 arribaron los primeros colonos, procedentes de provincias del norte de España, como Galicia, Asturias, Castilla la Vieja y León. Algunos eran maragatos de Astorga y darían su nombre a los nativos del Carmen.

Hay distintas versiones acerca de los orígenes de los maragatos: descendientes de Berberiscos convertidos al catolicismo; españoles que ejercían el comercio ambulante y, por lo tanto, no tenían arraigo geográfico; pueblos de arrieros. Lo cierto es que eran proverbiales su sobriedad y honradez.

Francisco de Viedma, muy pronto, fue nombrado gobernador intendente de Cochabamba, Alto Perú. En un memorial enviado al Virrey Loreto, continuaba preocupado por el futuro de las poblaciones por él fundadas y expresaba que estos establecimientos patagónicos, estaban en peligro porque “la mayoría conspiró con el único fin de destruirlos”.

Argumentaba este hidalgo español, que era éste un hito importante desde el punto de vista estratégico, por ser la línea defensiva que debía fortalecerse a fin de preservar la frontera bonaerense. A su vez, exponía el potencial económico que significaba la pesca de la ballena, y estimaba que por el río Negro se podría comerciar directamente con Chile y Mendoza.

Los conceptos salientes de esta memoria de Francisco de Viedma, serán citados un siglo más tarde en el mensaje que el Presidente Nicolás Avellanada envió al Congreso (1878), proponiendo la iniciación de la conquista definitiva del desierto.

Durante largo tiempo, los establecimientos patagónicos no recibieron el apoyo de Buenos Aires, ni tampoco del gobierno de Madrid.

Los maragatos subsistían gracias a los cultivos de cereales y hortalizas en las márgenes del río. Existía un importante intercambio con los indígenas de la zona: tabaco, aguardiente, azúcar, por parte de los cristianos, y pieles de guanaco, liebre y zorro, cueros vacunos y plumas de avestruces, del lado de los aborígenes. Este comercio continuó hasta fines del siglo XIX.

La población estaba prácticamente aislada del resto del virreinato, lo que acentuó su individualismo y su capacidad de autodefensa. La comunicación con Buenos Aires se realizaba por vía marítima en viajes que duraban un par de semanas y la vía terrestre era casi intransitable, por la falta de aguadas.

Con el advenimiento de la Revolución de Mayo, los maragatos no se sintieron identificados, ni con el ideario, ni con las nuevas autoridades políticas. Durante ese lapso, que se prolongó durante casi dos décadas, varias sublevaciones y motines perturbaron la pacífica vida del Carmen.

No obstante, a partir de la administración de Martín Rodríguez, los pueblos que se encontraban en áreas de fronteras, incluido El Carmen, empezaron a conocer las ventajas de integrar un gobierno independiente. Se censaron la población, el ganado; se produjeron reformas administrativas que separaron las funciones de comandante militar, de alcalde, juez de paz y jefe de policía. Los vecinos fueron invitados a designar a los nuevos funcionarios.

Se fundó la primera escuela pública; se enviaron útiles de labranza y semilla; se logró una protección aduanera para la sal; se reglamentó la pesca y la caza marítima y otras mejoras desde el punto de vista económico, político y social.


LA GESTA DE PATAGONES


Debido al bloqueo del puerto de Buenos Aires por la escuadra imperial brasileña (1825), el Carmen se convirtió en el único refugio atlántico, accesible para los buques con bandera nacional. Los corsarios y las naves extranjeras, pululaban por esta zona, atraídos por la relevancia de este puerto local.

En diciembre de 1825, ya la guarnición local desactivó un intento de invasión por parte de los marinos imperiales, y la máxima expresión de la soberanía nacional, debido a la audacia y al valor de los habitantes de estas tierras, se dio en 1827.

En efecto, tal vez, con el objeto de sublevar a las tribus de estas orillas a fin de atrapar a Buenos Aires entre dos fuegos, tal vez con la meta de establecer un asiento definitivo en la Patagonia, que hiciera factible la conquista del Río de la Plata, el 25 de febrero, barcos brasileños con capacidad ofensiva superior a la guarnición local, se presentaron en la boca del río y se produjo el primer encuentro bélico.

No obstante la férrea valentía de la población local, los invasores lograron penetrar en el río y avanzar hasta las puertas del fuerte.

En la madrugada del 7 de marzo, los brasileños, al desembarcar en suelo firme y también en el agua, se encontraron con que no sólo los varones estaban dispuestos al combate: viejos, mujeres y niños, se habían preparado para resistir. Chacareros, artesanos, hacendados y comerciantes, también integraban la milicia.

Abierta la línea de fuego y avanzadas las hostilidades, los imperiales debieron presentar la rendición incondicional, derrotados por las fuerzas militares, improvisadas, y por el fervor de todo el pueblo patagónico.

Carmen de Patagones, tuvo un progreso muy escaso hasta 1852. La batalla de Caseros, inauguró una nueva etapa en la historia de la provincia y en su lejana frontera sur. Campañas de alfabetización, construcción de una capilla bajo la advocación de Nuestra Señora de las Mercedes en la costa sur, edificación de escuelas y de fincas urbanas, que se distribuían entre los habitantes de las laderas de la barranca, consolidación de chacras y estancias, fortalecimiento de la explotación de sal, asentamiento de nuevas familias.


FUNDACION DE GUARDIA MITRE


Para acentuar las defensas de las fronteras contra los indios, se estableció un fortín en la orilla norte del río, denominado Guardia Nueva, Fortín China Muerta o Guardia General Mitre. En definitiva la población surgida en consecuencia, llevaría este último nombre en honor al entonces Presidente de la República, que había pasado su infancia en Patagones.

Allí, se estableció un servicio de balsas, y en 1878, Guardia General Mitre dejó de pertenecer a la provincia de Buenos Aires, para integrar la Gobernación de la Patagonia.


LA PRIMERA CAPITAL DE LA PATAGONIA


Con la campaña al desierto, se produjeron grandes cambios en la historia política de esta región. En 1878, al formarse la Gobernación de la Patagonia, Mercedes de Patagones, en la banda sur, se convirtió en su cabecera, mientras El Carmen, en la costa norte, quedó dentro de la provincia de Buenos Aires.

Esta división administrativa, formaba parte de un plan para tomar posesión real y efectiva de la Patagonia. Así lo expresó, como ya se mencionó, el Presidente Avellaneda, en el mensaje al Congreso Nacional, que organizó la expedición que encabezó el General Roca en 1879. Se elogiaban las condiciones del río Negro para sustentar a numerosos pueblos capaces de ser en “poco tiempo la salvaguardia de nuestros intereses, y el centro de un nuevo y poderoso estado federal, en posesión de un camino interoceánico barato, a través de la cordillera”.

Se llevaron las fronteras del país al río Negro, y la Ley 954 designó al Coronel Álvaro Barros, Gobernador de la Patagonia: unos 800.000 kilómetros cuadrados de territorio. En 1879, se cambió el nombre de Mercedes de Patagones por el de Viedma. Una forma de rendir homenaje al fundador Francisco de Viedma, que un siglo atrás había advertido sobre las bondades de la naturaleza y la importancia estratégica de la región.

La condición de centro administrativo de una región tan extensa, representó para Viedma, una buena oportunidad de crecer, y en 1884, la Ley de Territorios Nacionales, modificó su condición: a partir de entonces pasó a ser la capital del nuevo Territorio Río Negro, mientras Neuquén, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego, constituían jurisdicciones separadas.

Carmen de Patagones, del otro lado del río, mantenía su condición de puerta de entrada a la Patagonia, para la provincia bonaerense y se había convertido en un importante centro comercial y nudo de comunicaciones del Valle Inferior. En 1886, la histórica ciudad del Carmen, fue designada cabecera del partido de Patagones.

En 1889, una verdadera catástrofe sorprendió a Viedma y Patagones: la gran inundación. La capital del Territorio de Río Negro sufrió daños cuantiosos. Prácticamente no quedó ningún edificio en pie. De manera provisoria, la administración se estableció en Choele Choel.

En 1900, el Ministerio del Interior, se inclinó porque Viedma fuera nuevamente capital rionegrina, debido a sus comunicaciones con Buenos Aires, relativamente fáciles, y a sus ciento veintiún años de existencia.

Pero la región de Viedma y Patagones, se vio conmovida por la construcción del Ferrocarril Sur entre Bahía Blanca y el Alto Valle, en 1899, que sustrajo a ambas ciudades todo el comercio de la zona, el que a partir de entonces, se vinculó directamente con Bahía Blanca.

Además, el desarrollo del puerto de San Antonio Oeste con dos importantes firmas comerciales, también quitó protagonismo a la comarca.

La región liderada por Viedma se redujo a los departamentos de Adolfo Alsina y General Conesa, y se visualizó esta situación en los moderados progresos edilicios, demográficos, institucionales y culturales de la capital de 1910 en adelante.

Las poblaciones de ambas bandas del río Negro, tenían un cierto desarrollo del comercio fluvial y marítimo, pero ni Viedma, ni Carmen de Patagones, habían crecido de acuerdo con las expectativas que ello traía aparejadas.

El transporte carretero y el servicio vial, se vieron mejorados por la inauguración, en 1931, del puente ferrocarretero, que actualmente sigue conectando las dos ciudades.

La histórica ciudad del Carmen se cerró sobre si misma, mientras Viedma languideció como capital de un territorio nacional gobernado desde Buenos Aires, y que solo podía elegir sus autoridades municipales.

En 1955 el Congreso Nacional declaró provincia al Territorio de Río Negro, y en 1957, en Viedma, se reunió la Convención Constituyente, que sancionó la Constitución, pero no definió la capital. En el período del Gobernador Mario Franco (1973-1976), por ley de la Legislatura, Viedma se convirtió en la capital de la Provincia de Río Negro. Edgardo Castello fue elegido por el voto popular, primer Gobernador constitucional.


LA CUESTION DE LA CAPITAL EN LA REPUBLICA


La capitalización definitiva de Buenos Aires, en 1880, trajo aparejadas importantes obras de índole económica, edilicia, institucional y social, que la favorecieron de allí en adelante.

En 1914, la ciudad era una metrópoli cuyos adelantos sorprendían a los periodistas y viajeros que la visitaban. Ya funcionaba el subterráneo, había miles de aparatos telefónicos instalados, los barrios céntricos disponían de luz eléctrica, aguas corrientes, cloacas y calles asfaltadas o adoquinadas.

Los muelles portuarios, la Avenida de Mayo, eje de una de las zonas de construcción más modernas, los palacetes de la Avenida Alvear, no tenían rivales en las capitales sudamericanas.

Los censos industriales fueron revelando cómo se distribuían las actividades en el país y su concentración en la capital federal y el litoral. La capital de la República concentraba en 1913 el 35 por ciento del potencial industrial, mientras Santa Fe, pasaba del 25 al 7 por ciento. Buenos Aires poseía el 26 por ciento de las máquinas de vapor, y el 40 por ciento de los motores eléctricos, mientras la provincia del mismo nombre contaba con 42,5 y 32 por ciento respectivamente. “Dicho en otros términos -afirma Adolfo Dorfman- entre ambas abarcan casi las tres cuartas partes de la fueza motriz fundamental que mueve la industria argentina; resta para el Litoral y el Interior un escaso equipo técnico y mecánico”



PROYECTOS REFORMISTAS


Ante esta situación, la clase política más esclarecida planteó, desde comienzos de siglo, reformas para revertir el desequilibrio entre la capital y las provincias.

Tales proyectos chocaban con la indiferencia de quienes, siendo de origen provinciano, aprovechaban el cargo público, en el Congreso o en los Ministerios, para instalarse en la capital, mezclar su sangre con el patriciado local y olvidar los intereses de la región a la que representaban. Por eso abundaron lúcidos diagnósticos de los males argentinos, pero no prosperaron los remedios para subsanarlos.

El Senador Carlos Pellegrini, en 1900, inspiró un proyecto para crear una nueva provincia con parte del territorio bonaerense y pampeano, y con capital en la ciudad de Bahía Blanca.

En 1912, una nueva iniciativa del entonces Presidente Roque Sáenz Peña, bregó por la federalización del partido de Avellaneda, pero los periódicos, aseguraron otra intención. Sostuvo La Nueva Provincia (Bahía Blanca), que “se trata de un sondeo de la opinión pública, para federalizar un territorio más extenso: los 50 kilómetros que van del Tigre al Norte, Luján al oeste y La Plata, al sur”. Se decía también, que el Presidente había sido seducido por las comodidades que La Plata ofrecía como sede del Gobierno Nacional, cercana a Buenos Aires, pero alejadas de las presiones de las grandes urbes.

Los trabajos del historiador rosarino Juan Álvarez, constituyeron un aporte valiosísimo para el análisis de las distorsiones existentes entre la capital y el interior. Referente al crecimiento desmesurado de la capital federal, este ensayista expresaba:

“No es misterio que el federalismo argentino jamás movió todos sus resortes en forma satisfactoria…; la ciudad de Buenos Aires se ha tornado una cabeza enorme y escapa también al sistema federal en su gobierno propio”.

Álvarez estudió una serie de influencias determinantes para el crecimiento del área metropolitana y señaló: la existencia de una política diferencial de calados que favorecía al puerto de Buenos Aires; la localización de industrias manufactureras en ese radio; el sistema ferroviario que convergía en una única terminal que desembocaba en el río de La Plata y, por último, la residencia del Gobierno Nacional, que e convertía en un atractivo porque la gente pretendía radicarse cerca de la autoridad y, los agentes financieros, representantes de bancos, seguros, y de compañías extranjeras, pretendían estar en contacto con los poderes públicos.

Sostenía, entonces, que era preciso descentralizar y retirar paulatinamente de la capital, los elementos que aceleraran su crecimiento, por ejemplo, muchas oficinas nacionales cuya labor sería más eficaz en otros puntos del territorio.

Es interesante destacar, cómo este argumento, tuvo vigencia siete décadas después, ya que las razones sustentadas por el entonces presidente Raúl Alfonsín para el traslado de la capital, encontraron su soporte en fundamentos semejantes.

La etapa de industrialización que comenzó el país alrededor de 1935, posterior a la gran depresión económica, trajo preocupación en economistas, políticos y ensayistas, quienes comenzaron a publicar informes y ensayos; entre los que se destacó “La cabeza de Goliat” de Ezequiel Martínez Estrada.

En esta obra se mostraban las transferencias que las provincias habían delegado en Buenos Aires, por ser ella sede de las autoridades nacionales; pero se argumentaba que la capital había usado esos aportes, no sólo con un criterio unitario, sino verdaderamente municipal.

También Alfredo Palacios, legislador socialista por la capital, planteó en el Congreso en 1941, el problema de los desequilibrios regionales, desde una perspectiva netamente política.

Para revertir la cuestión de la macrocefalia argentina, varios proyectos de traslado de la capital, entraron en las cámaras, tanto en el período 1958/62, como en 1963/66: el legislador Aurelio Pologna, propuso en 1958 que la capital se trasladara al interior del país, preferentemente a su centro geográfico; Luis Bofia, ese mismo año aludió a la profecía de Alem y fundó su reclamo en la existencia de una clase privilegiada, constituida por los porteños, y otra de parias que habitaba el campo. Isaías Nougués, empleó en 1961, argumento similares y puso como ejemplo la decisión adoptada por la República Federativa de Brasil, con la creación de Brasilia.

También surgieron proyectos firmados por los legisladores Teodosio Pizarro y por Celestino Gelsi (1964), el cual propuso la ciudad de Córdoba. Ninguna de estas iniciativas se concretó. Y mientras Brasilia, inaugurada en 1959, comenzaba la descentralización; la Argentina se debatía entre la ilegitimidad de los golpes militares y la breve y debilitada vida constitucional.

En 1971, el Ministro del Interior, Arturo Mor Roig, se refirió a la necesidad de trasladar la capital diez o quince años más tarde. Meses después, desde esta cartera, se encaraba el estudio de la factibilidad de llevar a la práctica dicho proyecto, pues, se sostenía que la irregular distribución demográfica entre la Capital y Gran Buenos Aires, quebraba el equilibrio de la Nación y repercutía nefastamente en su economía.

Dos años más tarde, en el período constitucional, el legislador Francisco Eduardo del Cerro, propuso que se construyera una nueva capital en el actual territorio de la provincia de Santiago del Estero.


En 1982, la dolorosa experiencia de la guerra de las Malvinas, tradujo la escasa capacidad defensiva del país, profundizada por el problema de la capital, y dos autores reflejaron la cuestión: el geógrafo Raúl Rey Balmaceda y Félix Luna.

Este historiador en “Buenos Aires y el País”, propuso el traslado para evitar que los males del centralismo se tornaran cada vez más agudos e incontrolables.

En esos momentos, el censo nacional de 1980, ratificó el problema de la concentración de poder económico, político, demográfico y cultural, en el área metropolitana de Buenos Aires, a la par que no se pudo ocultar que también ahí se acumulaban los porcentajes más elevados de hogares con necesidades básicas insatisfechas, niveles críticos de hacinamiento, vivienda, condiciones sanitarias y deficiencia escolar.

En cambio, la región patagónica, se encontraba semivacía, casi olvidada, con su dilatado litoral marítimo desaprovechado, su inmenso desierto no cultivado y sus importantes reservas energéticas utilizadas para beneficio del litoral y de la zona metropolitana.

La democracia se instaló en Argentina en diciembre de 1983, como un grito desesperado al “Nunca Más” y como un símbolo esperanzador del resurgimiento de un nuevo país. Por ello se establecieron formas pacíficas de diálogo y de convivencia, se propuso una concentración para todos los sectores sociales y políticos, pero el problema de los desequilibrios regionales, continuaba. Y afectaba no sólo a la economía, sino que desnaturalizaba el federalismo político.



AL SUR, AL MAR, AL FRIO


Por eso, iniciado el tercer año de su gestión presidencial, el Dr. Raúl Alfonsín, lanzó una iniciativa para la Argentina del siglo XXI: trasladar la capital federal a las márgenes del río Negro. Marchar al sur, al mar, al frío.

Este traslado, no era una modificación aislada: la reforma de la Constitución Nacional, la reforma del Estado y la administración, la descentralización efectiva de atribuciones y funciones, el fortalecimiento de las autonomías provinciales y municipales, el desarrollo regional, regímenes adecuados de promoción industrial, una redistribución equitativa y eficiente de los recursos coparticipables, formaban parte de la construcción de la Segunda República que propuso Alfonsín.

La elección del área Viedma-Carmen de Patagones fue justificada por ser ésta el límite de la pampa húmeda y el comienzo de las extensas planicies patagónicas, reservorio de las mayores disponibilidades energéticas del país.

Motivaciones estratégicas se inspiraron para denunciar la falta de población, de medios de comunicación, de capacidad para defenderse; características todas de esta región, que la ubicaban como el sitio más frágil de la estructura geopolítica del territorio nacional. Era este un joven, poco explotado y casi menos conocido cuasi continente, cuya plataforma y mar continental debía garantizarse, como sinónimo de control y soberanía.


REPERCUSION EN LOS MEDIOS NACIONALES


El día después del anuncio del Presidente Raúl Alfonsín, “Clarín” y “La Nación” se hicieron eco de la convocatoria al esfuerzo nacional que implicaba la nueva propuesta.

Así es que incluyeron en sus tiradas primeras, suplementos especiales (“Clarín”, 30/05/1987), gráficos, mapas, infogramas, fotografías, cuadros estadísticos, información en general, que daban cuenta de la ubicación geográfica, de la historia, atractivos naturales, ecosistema, redes de transporte, organización de las comunicaciones, que existían en esa fecha.

Incorporaban, además, datos referentes a proyectos, estudios de factibilidad, infraestructura edilicia y de servicios a implementar, y que eran centro de análisis y diagramación en los organismos administrativos creados al efecto.

Si bien algunos diarios, como “La Nación” y “Clarín”, de fecha 16 de abril, incursionaron en las intenciones no explicitadas del Gobierno Nacional, como por ejemplo la incorporación al régimen presidencialista de gobierno, de algunos elementos propios de los sistemas parlamentarios y de la figura de un Primer Ministro, lo hicieron en apoyo de la reforma del Estado que impulsaba la descentralización del aparato administrativo, y que propiciaba la fundación de la Nueva República.

En general se puede afirmar que, en primera instancia, la prensa respondió positivamente al desafío, aunque transcurrido un período no muy largo surgieron cuestionamientos y objeciones, acerca de la oportunidad, de los cuantiosos costos, de la desarticulación familiar e institucional, que un traslado drástico traería aparejado.

Se puede citar, a modo de ejemplo, el artículo opinativo de Alberto J. B. Caprile “Capital para cambiar la Capital” de “La Nación” del 22 de mayo de 1986, en donde, al hacer referencia a los costos que insumiría el traslado, expresa: “Se barajan cifras entre los 2.000 y los 20.000 millones de dólares; pero nadie ha hecho público qué es lo que incluyen estos fabulosos pagos. Es probable que la mayor de las cifras esté más cerca de la realidad si se suman a los costos de urbanización, edificios públicos, accesos, puentes, comunicaciones, las viviendas que deberá financiar el Estado”.

Sobre la desarticulación familiar, institucional y social, el periodista acota: “Si Viedma resulta ser una pequeñita capital, sin el orgullo y ambiciones de una Brasilia, es posible que funcione en forma meramente formal, mientras el centro de poder continúe en Buenos Aires. Ni legisladores, ni funcionarios, ni empleados, podrán fijar su residencia allí, a menos que el Estado le regale las viviendas. Es difícil imaginar a los diplomáticos, abandonar sin lucha sus magníficas residencias, los teatros, relaciones sociales, canchas de golf y placentera vida que les brinda la actual capital”


LOS POLITICOS, LAS FUERZAS VIVAS Y LA OPINIÓN PÚBLICA TOMAN POSICIÓN ANTE EL TRASLADO


En declaraciones al diario regional “Río Negro”, del 26 de mayo de 1986, el Diputado Nacional del justicialismo, Carlos Grosso, admitió que el anuncio presidencial “tiene especial significación para la región y para el país por tratarse de una larga esperanza argentina”, pero recordó que la designación de la actual capital surgió de “un pacto global” de los argentinos, y “no de un golpe de mano unilateral”.

Expresó además, que las expresiones del siglo XIX, estuvo unida “al diseño de un modelo: la Argentina agroexportadora, federalista de nombre, unitaria de hecho, portuaria, ligada a un proyecto de relación geopolítica con Inglaterra en lo comercial y con Francia en lo cultural”. Indicó a continuación, que no han sido debatidos ni acordados, los elementos de recambio en el diseño de la Nación, indispensables “para que este giro de la historia Argentina responda a una voluntad épica de todos los argentinos”.

Apreció Grosso, que el tema “no constituye una convocatoria resonante en otras regiones del país, al no estar involucradas de manera directa; se ha tomado simplemente como una información sobre el traslado burocrático de la sede de la administración pública”.

Al reiterar la necesidad de rediseñar el país económico, sostuvo que si la decisión “no va unida a un replanteo regional, a un nuevo pacto federal también en lo económico, a la descentralización de la administración de los servicios públicos y a la instalación de sus cabeceras en las regiones donde se generan y se extrae la materia prima, seguiremos teniendo una capital política en algún lugar y una capital económica en otro”.

Por último, advirtió que el tema “merece ser debatido y acompañado con un decidido proceso de cambio integral, que todavía no vemos en el actual gobierno”.

Por su parte, el Ingeniero Álvaro C. Alsogaray, tachó de “expresión grandilocuente más que un propósito concreto, meditado y, sobre todo realizable” el anuncio.

Al opinar sobre el costo y la oportunidad del traslado, expresó: “cualquier cálculo que se haga, llevará ese costo a miles de millones de australes. ¿Estamos en condiciones de encarar semejante inversión? Obviamente, no. Por otra parte, ¿De dónde saldrán los recursos para encarar semejante obra? Si existieran, ¿No habría otros usos alternativos para esos recursos, incomparablemente más útiles a la población? (“La Prensa”, 12/05/86 “La Segunda República”).

El diputado del Partido Intransigente, Oscar Alende, no trepidó en tildar de “maniobra electoralista” el proyecto del Poder Ejecutivo, sobre el cual agrega que “avasalla las atribuciones del Parlamento”. (“Clarín” 24/09/86)

El legislador del justicialismo, Miguel Ángel Toma, criticó el proceder del gobierno llamándolo “maniobra distraccionista para alejar al pueblo de la discusión en torno de sus problemas más angustiantes”. (“Clarín” 24/09/86)

Las inquietudes de funcionarios, figuras políticas, autoridades de distintos poderes, acerca del traslado, no tardaron en aparecer, y muchas de ellas abundaron en críticas y reparos. Tal es el caso de uno de los ministros de la Corte Suprema de Justicia de la Provincia de Córdoba: “La Corte Suprema de Justicia de la Nación, puede radicarse en Córdoba o permanecer en Buenos Aires, pero no podrá funcionar en Viedma como se ha propuesto. En Buenos Aires y en Córdoba existen centros de ciencia jurídica que son indispensables para el funcionamiento de un Tribunal que debe decidir sobre temas de raíz constitucional: esto es todo de lo que se carecerá en Viedma”.

Explicaba el magistrado, que en la región elegida por el Dr. Alfonsín, no existían universidades, centros de estudio, centros de recepción de jurisprudencia mundial, ateneos, bibliotecas, conferencias y fundamentalmente una dinámica jurídica que produjera el permanente enriquecimiento cultural y científico que necesitaba el hombre dedicado a la interpretación práctica de la jurisprudencia más importante.

La opinión pública, interpelada en nueve centros urbanos y dos zonas rurales, también se expresó en una serie de encuestas realizadas por las consultoras SOCMERC, Aftalión, Mora y Araujo y Noguera, cuyos resultados fueron dados a conocer el 11/07/86 por el diario “La Nueva Provincia”.

El sondeo sobre las inquietudes y grados de aceptación de la propuesta presidencial, consistió en el interrogante: “¿En qué lugar le parece más conveniente ubicar a la capital federal?”, que concitó las siguientes respuestas: el 45% de los entrevistados creyó conveniente que la sede administrativa se quede en Buenos Aires y sólo un 22% consideró trasladarla al área de Viedma y Patagones.

Un 5% se inclinó por la ciudad de Córdoba y un 2% consideró que era necesario trasladarla, pero, “no por ahora”.

El relevamiento se realizó entre los meses de abril y mayo, luego del anuncio del Presidente, y se consultaron personas mayores de 18 años en: Capital Federal, Gran Buenos Aires, Gran Córdoba, Gran Rosario, Gran Mendoza, Gran Paraná, Gran Tucumán y en dos zonas rurales de las provincias de La Pampa y Tucumán.


EL CONGRESO MOTORIZA EL TRASLADO


El 8 de julio de 1986, el Poder Ejecutivo nacional enviaba al Senado de la Nación el proyecto de traslado de la Capital Federal a Viedma-Patagones acompañado por un mensaje. Este, marcaría los ejes de discusión y formaría parte de la extensa sesión legislativa que finalizaría con la aprobación del proyecto.

En el mismo, se exponían los fundamentos del traslado haciendo hincapié en la imperiosa necesidad de fortalecer el federalismo, redistribuir la población del país, cambiar esencialmente la gestión estatal y lograr una efectiva integración territorial.

El mensaje, firmado por Raúl Alfonsín y sus ministros, señalaba claramente que Buenos Aires había “monopolizado prácticamente todo el crecimiento económico, político y financiero del país”. Y que el lugar escogido para trasladar la Capital Federal era el idóneo: “tiene conexiones ferroviarias, viales, aéreas, fluviales y marítimas, y una adecuada infraestructura de servicios”. Por otro lado, marcaba las excelentes condiciones climáticas, la abundante agua potable y de riego, y “una suave topografía para el establecimiento humano”.

En otro pasaje, luego de exponer razones en palabras tales como poblar, redistribuir, trasladar, descentralizar, el mensaje al Senado hablaba sobre la inversión: “el costo de estos cometidos no constituye una simple erogación (...) se trata de una inversión retributiva (...) que rendirá frutos tangibles (...) y que se financiara por sí sola, a poco que consiga movilizar el entusiasmo de todos los argentinos”.


Por ultimo, finalizaba diciendo que el traslado de la Capital federal a Viedma-Patagones, “no constituye un fin en sí mismo sino que es la piedra basal de la fundación de una nueva República, de la Segunda República”.

Ocho meses después, el 18 de marzo de 1987, el senador radical Fernando de la Rúa, fue el primero en tomar la palabra para defender el proyecto de Traslado. El eje de su discurso se centró en las palabras rectoras del presidente Alfonsín, al que le agregó un extenso racconto histórico tomado de eximios personajes que, en épocas pasadas, desfilaron por el tema de la descentralización y la mejor distribución poblacional de nuestro país. En este mismo sentido pero desde un punto de vista de desarrollo económico, los senadores Antonio Berhongaray y Elías Sapag defendieron el titánico proyecto.

En tanto, otros senadores como Julio Amoedo (Catamarca) y Eduardo Menem (La Rioja) se opusieron al proyecto. El primero lo declaró inconstitucional por un lado, y afirmó la capitalidad histórica de Buenos Aires. Menem, por su parte, puso en duda que la descentralización y el federalismo se lograran con el traslado. Su punto de vista coincidía más con el fortalecimiento de las economías regionales y un reordenamiento del espacio territorial. Aun así, la voz cantante de la oposición sólo objeto algunos puntos y confió en que el traslado costara los 4.600 millones de dólares que dijo la Comisión de Estudio.

Tras cinco días de sesión y luego de haber hecho uso de la palabra más de 30 representantes provinciales, los senadores aprobaron el proyecto.

Por otra parte, posturas desencontradas también se observaron en las deliberaciones de la Cámara de Diputados de la Nación, aunque primó el apoyo al traslado.

Alberto A. Natale, diputado del Partido Demócrata Progresista por la provincia de Santa Fe, en la sesión del 7 de mayo de 1987, coronó su exposición sosteniendo que la capitalidad no servía para descentralizar el país ni para desarrollar una región, y que no se trasladaba el corazón del poder por llevar el gobierno a Viedma, porque éste quedaba en Buenos Aires.

También, el diputado por la provincia de Misiones, Miguel Ángel Alterach, en la sesión del 27 de mayo de 1987, ofreció apoyo al tema del traslado de la capital; sin embargo, cuestionó la oportunidad y el lugar donde se realizaría la mudanza.

Finalmente, el 27 de mayo de 1987, el Senado y Cámara de Diputados de la Nación Argentina, reunidos en Congreso, sancionan la ley 23.512 que expresa en el "Artículo 1º -Declárase capital de la República, a los núcleos urbanos erigidos y por erigirse en el área de las actuales ciudades de Carmen de Patagones (provincia de Buenos Aires) y Viedma y Guardia Mitre (provincia de Río Negro), que en conjunto constituyen el área de la nueva Capital de la República".


PROTAGONISTAS DEL QUEHACER LOCAL

I- SOBRE EL TRASLADO SE CIERNE LA AMENAZA DE LA ESPECULACIÓN


Rápidamente, en esta zona, el anuncio del traslado, por inesperado y abrupto, dejó desprotegida a la población, que no se vio contenida por acciones dirigidas a concientizarla sobre la envergadura histórica del momento. No se planificaron actividades que incentivaran el espíritu colectivo, ni que consolidaran la identidad local.

Como consecuencia de ello, no se tuvo conciencia del amplio universo que podría abrirse para esta zona, y las reacciones que surgieron fueron de neto corte individualista, especulativas, y muy limitadas en sus horizontes.

El mercado inmobiliario vivió una rápida expansión que superó la capacidad de oferta de terrenos y construcciones edilicias, y las operaciones de compra venta de bienes raíces, alcanzaron precios exorbitantes.

“La Nueva Provincia”, diario regional, en su edición del 15/04/86, ejemplifica esta aseveración:

“El senador rionegrino Antonio Nápoli, luego de que se conociera la “filtración” del proyecto de traslado, a su regreso de Bariloche, fue consultado telefónicamente por un periodista de “La Nueva Provincia”. En ese contacto, reconoció: “Ya hay muchos ciclistas financieros afincados al sur del río Colorado y hay especulación en las tierras”. Por tal motivo, admitió que tendría que declararse “de interés público y sujetos a expropiación” los terrenos donde posiblemente se instale la nueva Capital”


II- UNA APRECIACIÓN DESDE LA ÓPTICA SOCIOLÓGICA


Con respecto a la evaluación del impacto social de este tipo de proyecto, particularmente aspectos tales como participación, condiciones y medio ambiente de trabajo, transformaciones locales en el área receptora y sus efectos sobre la calidad de vida, la Licenciada en Sociología Carmen Julia de Coniglio, en “La Calle” (01/06/86), periódico viedmense de esa época, considera que es muy difícil la tarea de articular estos aspectos desde la formulación a la ejecución.

“El proyecto presidencial se origina en una decisión política que procura fortalecer la participación relativa de la Patagonia, sobre el conjunto de la distribución poblacional del país. El proyecto priorita la participación de la comunidad nacional, regional y local y la eficiencia de la gestión, buscando generar mayores interrelaciones hacia dentro de la misma”.

La especialista, al publicar lineamientos que, desde su punto de vista, necesitaban de etapas sucesivas para alcanzar los objetivos señalados, sostuvo que eran imposibles de lograr si no respondían a un proceso de concientización y de integración de la sociedad local con la propuesta nacional.

“Dadas estas circunstancias, una acción orgánica y conjunta de ambas provincias, englobando las comunidades locales y buscando su articulación en el Proyecto, aumentará los beneficios del mismo, especialmente desde el punto de vista de la nueva área de asentamiento y de la calidad de vida de sus habitantes”.

“Es un difícil desafío encontrar un punto de equilibrio entre los recursos y tiempos disponibles para la ejecución del Proyecto y los estándares de condiciones y medio ambiente de trabajo compatibles con los objetivos de participación social y eficiencia en la gestión”.

La instrumentación orgánica de canales institucionales que incorporen la participación de los actores sociales, puede ser un camino que permita definir y alcanzar estos objetivos.

Para ello, la investigadora considera imprescindible “la creación de una estructura orgánica, que integre sector público y privado, en un ámbito multidisciplinario e interjurisdiccional cuyo propósito sea el de producir recomendaciones relativas a aspectos psicosociales, culturales y socioeconómicos, que se integren a los aspectos de tipo ingenieril, en las etapas de formulación y ejecución del Proyecto”

Al referirse al impacto demográfico que, por ende, surgiría, la socióloga Coniglio concluyó: “El asentamiento humano resultante de las sucesivas etapas del Proyecto transformará las relaciones sociales primarias (cara a cara), propias de ciudades pequeñas”.


III- EL ENTONCES INTENDENTE DE VIEDMA OFRECE SU MIRADA


Aldo “Nene” Martínez fue concejal entre 1985 y 1987 e intendente de Viedma entre 1987 y 1989 por el Partido Provincial Rionegrino. Durante su mandato al frente de la comuna, tuvo que hacer frente a la catarata de proyectos y anteproyectos que se elaboraban desde el Ente para el traslado de la Capital (ENTECAP), como así también propulsar los propios, frente al empuje de consultoras privadas.

Martínez, actualmente presidente de la Agencia Local de Desarrollo, vivió el nacimiento, la breve existencia y la muerte de uno de los proyectos más grandes en los que se embarcó la Argentina. Emoción, responsabilidad y resignación por fin, son los estadios por los que, no sólo pasó el ex intendente, sino muchos viedmenses que se compenetraron con el proyecto.

El ex intendente se explayó sobre las consecuencias, que calificó como negativas; por ejemplo el incremento sufrido en el precio de los alquileres y terrenos, que se sobrevaluaron extremadamente.

Al año después la comunidad comenzó a percatarse de que, en el ámbito de las autoridades nacionales y del ENTECAP el proyecto se diluía, las obras se postergaban, los plazos se dilataban y los compromisos no se cumplían.

Como resultado, los profesionales que habían llegado convocados por el proyecto, retornaron a sus lugares de origen y en la zona quedaron obreros no calificados, sin recursos y sin posibilidades de capacitación laboral.

Surgieron barrios habitados por familias que demandaron la cobertura de necesidades básicas, sin poder afrontar los costos que ellas traían aparejados.

Acerca de las razones por las que se frustró el sueño de la capital, Aldo Martínez afirmó que los directores del ENTECAP sufrieron la presión de los intereses de los capitales privados, que intentaron boicotear el proyecto de traslado y agregó: “Fueron muy fuertes y no descarto que hayan sido influencias económicas muy relacionadas con el Puerto de Buenos Aires y el Poder Legislativo”.


VEINTE AÑOS NO ES NADA


En su periódica columna “Perfiles y Postales” en el diario local “Noticias de la Costa”, el periodista y corresponsal de Telam, Carlos Espinosa, recordó el pasado 16 de abril de 2006, los veinte años del anuncio del proyecto de traslado.

Entre varias anécdotas sobre cómo se filtró la noticia a los medios de comunicación que adelantaron el anuncio y la infaltable visita de parlamentarios, dirigentes políticos, diplomáticos, periodistas y hasta algunas figuras de la farándula, Espinosa recalcó las palabras del periodista Jorge Repiso, de la revista “Veintitrés”, en su reciente paso por Viedma.

“En mi opinión, -dice Repiso- la idea fue excelente pero mal parida de entrada. ¿Por qué? Por empezar, Alfonsín tiró la bomba sin siquiera insinuar sus intenciones y no evaluó la respuesta de la gente, o bien dio por sentado que la propuesta le iba a caer bien a todos, sin excepción. Aquí se equivocó. Debió preparar tanto a los habitantes de la Comarca como a los de la Capital Federal y el Conurbano, y no hacer encuestas recién después del anuncio”.

“Un proyecto de esta naturaleza no se lleva adelante sólo con leyes o con créditos internacionales. Por más que el dinero hubiese caído como lluvia, el hecho de romper una inercia de décadas no se subsana por este medio”.

“Alfonsín, y creo que aquí también erraron sus asesores, se cortó solo, sin convocar a los gobernadores nacionales de entonces para que lo acompañaran en el balcón de Viedma. Tenía el apoyo de influyentes políticos provinciales y hasta de gobernadores para hacerlo. Un solo integrante del Gabinete debió persuadirlo y tratar de imponer esa variable”.

“Así como existió un plebiscito para decidir qué hacer con las islas del Canal de Beagle, también debió haber una consulta popular para ver qué posibilidades tenía el Gobierno democrático de empeñarse en un plan que no era ni económico coyuntural, ni quedaba en una reforma constitucional. Se trataba, nada menos, que de cambiar el país en el sentido real de la palabra”, opinó Repiso, como balance de su análisis del tema.

Agregó que “durante mi estadía en Viedma-Patagones, traté de bajarme de los números, la política, la historia y las polémicas. Y conversé con mucha gente para ver qué se vivía en aquel momento. Creo que se sorprendieron y nadie pudo decirme, no sé si por el paso del tiempo o porque realmente lo sentían así, el estado de ánimo en particular y en general. Puedo casi asegurar que la gente, muy en el fondo, no quería un cambio en su estilo de vida. Se sintieron protagonistas y dejaron de ser parte de una geografía olvidada por un momento. No creo que se hayan lamentado cuando todo cayó en el olvido”.

Espinosa también escribió para el diario digital “La Fogata” bajo el título “Un hecho singular de la historia reciente de los argentinos”, un breve análisis sobre lo que fue el frustrado intento de traslado y las consecuencias.

“Un concienzudo estudio sobre las graves consecuencias psico-sociales de la iniciativa y su frustración final, duerme en algún cajón oficial. No falta, tampoco, una cruel y fría estadística de suicidios, que se reiteraron en aquellos tiempos y quizás fueron la resultante del proceso de anomia. Ya no éramos Viedma y Patagones, los pueblos del sur, estábamos en plena transformación hacia la condición de capital de un nuevo país. De pronto ya no éramos ni una cosa, ni la otra. Habíamos perdido la inocencia y estábamos en un camino sin retorno”.

“¿Es posible discernir hoy, 16 años después, quién fue el responsable del dislate? ¿Fue sólo una idea de Alfonsín? ¿Será cierto que la ocurrencia fue sugerida por el Fondo Monetario Internacional, como pantalla para un formidable achique del aparato estatal y el rediseño económico del país? ¿Fue sólo un intento de gran negocio para las empresas constructoras y las consultoras?. Demasiadas preguntas, pocas respuestas”.

“En estos últimos cincuenta años a la Argentina le pasaron muchas cosas, algunas se repitieron, pero sólo hubo un proyecto de traslado de la Capital que se concretase a través del anuncio de un presidente constitucional. Y nos tocó justo a nosotros”.

Por otra parte, Enrique Camino, periodista del diario “Río Negro”, también recordó los veinte años en la edición del domingo 16 de abril de 2006. “Alfonsín impulsó la modernización de la administración pública, llamando a fundar una Segunda República. Y hoy sigue creyendo que el traslado de la capital a Viedma es posible, apostando a la procedencia patagónica del actual presidente de la Nación”, señaló.

Sobre aquellos años, Camino agregó que la labor del ENTECAP fue varias veces cuestionada por funcionar más en Buenos Aires que en Viedma. Y en una entrevista a Juan Caballieri, intendente de Viedma al momento del anuncio, resaltó que sólo el 50 % de la población local estaba a favor del proyecto: “presagiaban que se les cambiaría la vida y que dejarían de disfrutar del río, del mar, y que perderían la tranquilidad pueblerina. Llegó una gran migración. Lo peor es que venían en busca de trabajo y no había, y los de menores recursos levantaron casillas precarias en el barrio Lavalle. El problema de alimentación y salud lo atendimos con la provincia”, le contó Caballieri a Camino.

Uno de los últimos estertores del sueño alfonsinista que recaló en los medios provinciales fue el de Hugo Cuevas, actual diputado por Río Negro. Días después de su asunción, en diciembre de 2005, el diario “Río Negro” le preguntó:
-¿Pero qué hará como diputado nacional? ¿Ya maneja algún proyecto?
-¡No, todavía no! Tengo aspiraciones.
-¿Cómo cuál?
-Hay un tema que me obsesiona desde que lo instaló Alfonsín: el traslado de la capital federal a Viedma.
-Pero ese proyecto duerme el sueño de los dinosaurios.
-Sí, sí... y quizá se piense que estoy del mate... ¡pero tiene tanto sentido ese proyecto que me encantaría ser un diputado metido en el relanzamiento del tema! ¡Sueño con ese tema!
-Si no lo toma a mal, volvamos al planeta Tierra (...).

Con un sentido más realista, el historiador rionegrino Héctor Pérez Morando, también tuvo su lugar para opinar. Con gran acierto, su pregunta caló hondo en la idiosincrasia del argentino cuando en otro aniversario del anuncio, escribió en el diario “Río Negro”: “¿Otra frustración patagónica y argentina? Se perdió en el tiempo... en la memoria gubernamental y comunitaria. Pero nos sigue quedando el sur, el mar y el frío”.



CONCLUSIONES


En el campo de las distintas líneas de trabajo que se han desarrollado, pueden destacarse ciertas direcciones del pensamiento, que conllevan conclusiones que no por ser tan simples implican un reduccionismo, sino que reflejan el panorama político, sociocultural, económico, y por qué no ideológico, que ha enmarcado el tan mentado y frustrado traslado de la capital durante la gestión de Alfonsín.

En efecto, apartándonos de los debates y de las argumentaciones, algunas concienzudas y muy prolongadas, otras casi frívolas, superficiales y con escaso desarrollo, que resonaron en el Congreso, algunos diputados y senadores, que, en forma personal, no compartían o tenían objeciones, en distintas manifestaciones públicas y corrillos privados, así como en ciertas intervenciones orgánicas del partido al que pertenecían, aprovecharon cuanta ocasión se presentaba, para mostrar sus reparos.

Estas declaraciones vertidas por legisladores, aunque fuera de los ámbitos parlamentarios, no contribuyeron a reforzar, ni a consolidar, el consenso necesario en la opinión pública.

En las Cámaras de Diputados y de Senadores, varias intervenciones apuntaron a remarcar que el Presidente Alfonsín, mantuvo ajenos a los congresales de la gestación de este proyecto. De ese modo, se corrobora la escasa adhesión política, que previamente el Gobierno Nacional debió buscar.

Pero no sólo la vida parlamentaria retaceó un apoyo que la hora de los tiempos exigía y que, los partidos, evidentemente no fueron capaces de afrontar, sino que la comunidad nacional, en la diversidad del espectro sociocultural, que confluye primordialmente en las fronteras capitalinas, también se manifestó de manera similar.

Las artes y las letras, en el sentido ortodoxo y tradicional, a grandes luces, parecieron eludir este compromiso. Si lo hubo, poca divulgación tuvo. Es más, no trascendió los límites de los especialistas. Tampoco se tiene noticias de que haya repercutido en manifestaciones explícitas, menos clásicas y convencionales.

En el dominio empresarial, los proyectos y estrategias que motorizan las ambiciones de expansión de este sector, no fueron capaces de posponer transitoriamente el espíritu de acumulación de capital, que la lógica del sistema veía garantizada en ese entonces, en la gran urbe.

La metrópoli, en su aceitada concentración de intereses, no quiso renunciar a la hegemonía que históricamente, por su posición portuaria, había mantenido desde los comienzos de la argentinidad.

Los medios nacionales, contribuyeron a diluir el ambicioso proyecto del traslado, dado que transcurridos pocos meses, la temática dejó de ser una cuestión de portada o de agenda periódica, para convertirse en algunas opiniones aisladas, análisis incompletos y poco serios, y esporádicos informes superficiales que no condecían con la envergadura de la situación.

La porción de territorio que se había convertido en tema de polémicas, discusiones, debates, críticas, bromas, sátiras, análisis, y que estaba en boca de la opinión pública nacional, contaba con una población que de buenas a primeras, se encontró con que había sido invadida por un anuncio que la convertía en el centro de operaciones, varias de las cuales, rayaban en maniobras especulativas, de índole política, financiera y económica. Muchas de estas maquinaciones, produjeron un clima de incertidumbre de carácter sociológico, que trajo como consecuencia una confusión de valores, de paradigmas, de símbolos, de convenciones, de usos sociales que, hasta ese entonces, constituían las raíces culturales de su identidad.

El anuncio, inesperado para la generalidad de la población, al ser impuesto, no posibilitó la comprensión acabada de la proyección histórica que, para la región, podría traer la concreción del traslado.

La conciencia ciudadana sobre el particular, debió haberse construido en un proceso anterior, que favoreciera la participación, la iniciativa popular, la integración y la identificación del grupo humano local, con el desafío englobador de alcance nacional.



FUENTES



- Espinosa, Carlos (2005) “Perfiles y Postales” - Carmen de Patagones.
- Roulet, Elva (1987) “La Nueva Capital” – Edición de la Presidencia del Honorable Senado de Buenos Aires.
- Barreno, Rómulo Víctor (1987) “Traslado de la Capital Federal” Versión taquigráfica del discurso de la sesión del 27 de mayo de 1987- Congreso de la Nación.
- Cámara de Diputados de la Nación (1987) Diario de Sesiones –Congreso de la Nación.
- Cámara de Senadores de la Nación (1986) Diario de Sesiones – Congreso de la Nación.
- “Clarín” Año 1986/1987
- “La Nación” Año 1986/1987
- “La Nueva Provincia” Año 1986/1987
- “Río Negro” 1986/1987 - 2006
- “La Calle” 1986/1987
- “Noticias de la Costa” 2006
- Testimonios de Héctor Pérez Morando/Enrique Camino/Aldo Martínez.

¿Cerca del Sur, del Mar y del Frio?

EL PROYECTO DE TRASLADO DE LA CAPITAL FEDERAL A LA COMARCA VIEDMA-PATAGONES CUMPLIO 20 AÑOS


Por Guillermo Rueda (Enviado especial a Viedma y Patagones)

No son pocos los protagonistas de entonces que, desde que el ex presidente Raúl Alfonsín tomara la decisión, aseguran que hoy existe un marco para instalar nuevamente el tema. El vínculo es inevitable, por caso, si se relaciona con el origen del presidente Néstor Kirchner. De todos modos, la lógica perspectiva del tiempo permite seguir obteniendo diferentes conclusiones de este hecho. Por ejemplo, las consultas alcanzar a precisar que, en esta zona, nunca se tuvo real conciencia del trascendental paso que estaba por darse. Y que ese es el principal error que, acaso, demande la historia.


"Tendría que haberme venido en una carpa".



La frase del ex presidente Raúl Alfonsín, expresada el último 3 de agosto durante una visita a la capital rionegrina, es el ícono de lo que debería haber sido el traslado de la Capital Federal a esta zona y, finalmente, no fue.


Transcurridos más de 20 años desde que se hizo pública la intención a partir de una filtración periodística, varios de los actores que participaron de ese proceso admiten que no es descabellado pensar que esa anunciada bisagra en la historia de la Nación puede ser nuevamente puesta en escena.


"Hace poco más de un año, el presidente Alfonsín me dijo que tenía la ilusión que Kirchner, por venir de donde viene, sea sensible al tema", aseguró la arquitecta Elva Roulet, ex vicegobernadora de la provincia de Buenos Aires en el período 1983/1987.
De todos modos, hizo la salvedad de que no pesara, en un eventual y necesario debate, el hecho de que el proyecto fuera presentado por otro partido.


"Habría que tomar este antecedente y tratar el tema en forma desapasionada, neutral, científica y política, a fin de establecer criterios generales buscando la opinión de gente involucrada para que tenga consenso", agregó.


Roulet, quien se formó en urbanismo en Francia, sostuvo que siempre le preocupó el tema de la deformación funcional de la Argentina.


"A excepción de la vivencia y concepción personalísima del doctor Alfonsín, que sólo acompañaron por algunos, ni siquiera en los ámbitos políticos el tema del traslado de la Capital Federal fue tomado con la debida importancia", dijo.


Para la ex vicegobernadora, lo fundamental, ahora, sería preparar a la ciudadanía para convencerla de la bondad y necesidad del proyecto.


"También hay que pensar dentro de una política general de descentralización integral y fomento de las actividades regionales. El federalismo debe dejar de ser una cuestión declamativa o constitucional, para transformarse en hechos concretos", aseveró Roulet.


El actual gobernador rionegrino, doctor Miguel Angel Saiz, aseguró que, si bien el presidente Kirchner es muy abierto y se le puede plantear el tema, no sabe cuál será su posición.


"Además, hay que tener en cuenta que si uno larga al debate una cuestión como esta, van a decir que Alfonsín ya fracasó", explicó.


También sostuvo que si el proyecto del traslado se hubiera concretado en 1986, seguramente hoy la Argentina sería distinta.


"Habría una modernización del Estado, no sólo en el desarrollo edilicio y demás, sino en el recambio en la plantilla de trabajadores. ¿Un ejemplo? esta renovación sería más amigable con las computadoras por una sencilla cuestión generacional", sostuvo.


"Lo ideal de no concentrar todo en la Capital es para evitar de que sea tan `católica'... porque Dios está en todas partes, pero atiende en Buenos Aires", señaló Saiz.


"La ley está y, honestamente, creo que el presidente Kirchner, por su condición de patagónico, está en condiciones de replantear la idea", admitió el doctor Eduardo Rosso.


Para el ex intendente de Viedma en el período 1989/1993, el traslado significaría cambiar el eje geopolítico del país, acercar el poder a una zona estratégicamente fundamental como la Patagonia, por la energía, el agua, la minería y la pesca, y permitir el ejercicio de la gestión pública de una manera diferente.


La afirmación del periodista, y ex secretario de Prensa del ex gobernador Pablo Verani (1995/2003), Omar Nelson Livigni, va más allá de las intuiciones.
"Tengo la certeza de que el gobierno de Kirchner va a analizar el cambio de la Capital. Si no es en este tramo de gobierno, lo será en el próximo", aseguró.


Definió a Kirchner como un hombre del interior, con criterio federal y que vivido en carne propia el hecho de sentirse ciudadano de segunda por aquello de provincias periféricas.


"Perfectamente, el traslado puede estar en su esquema mental", agregó.


Donde duda Livigni es en el eventual debate.


"Una de las grandes crisis de la Argentina es que la clase dirigente no levanta la puntería del debate. Y eso puede afectar un eventual proceso para reinsertar el tema", afirmó.


Para el dirigente Alberto Andría, de activa participación desde el consejo de administración que conducía los destinos de Viedma en 1986, la idea de descentralizar la Capital Federal continúa siendo una obligación.


"Pero, por una cuestión de múltiples intereses, es muy difícil. Además, quienes deben decidir están ocupados en otros temas como, por caso, las próximas elecciones", afirmó Andría.


"Si bien es cierto que el federalismo casi no existe, (debatir respecto del traslado) sería una forma de darle a la Patagonia el lugar que se merece, porque desde aquí se entregan todos los recursos, pero es muy poco lo que se recibe", comentó Rómulo Barreno, ex diputado nacional por el Frejuli (1985/1989) y titular del entonces Entecap (Ente para la Construcción de la Nueva Capital).
Aseguró que hoy existen dos cuestiones de peso.


"Los motivos por los cuales se discutió la necesidad del cambio aún siguen vigentes. Además, la Capital Federal ya no da para más", explicó Barreno.


El escritor, historiador y periodista maragato Carlos Espinosa no observa en el gobierno nacional predisposición para generar un debate de este tipo.


"De todos modos, eso no significa que haya perdido las esperanzas de que, en algún momento, vuelva a tratarse", manifestó.


Asimismo, Espinosa ponderó el lugar elegido en 1986 para erigir la nueva capital.


"Es el lugar menos contaminado del país, con una región y costa con ilimitado espacio para el desarrollo. Son cuestiones, ya resueltas aquí, de las más buscadas en todo el mundo", dijo.


Para Jorge Carrasco, ex diputado nacional de la UCR durante 1986, no es viable pensar en el traslado de la capital en un país que se debe reconvertir desde el pensamiento.


"De todos modos, sería interesante. La única salvedad es que las que deben debatir son las generaciones que crecieron en democracia", comentó.


Respecto de la factibilidad de que Kirchner instale esta cuestión, Carrasco señaló que es factible.
"El presidente está haciendo un pedido de concertación plural. Y el tema podría salir en cualquier momento", añadió.


Una visión distinta es la que ofreció el doctor Osvaldo Alvarez Guerrero, ex gobernador de Río Negro en el período 1983/1987, basado, sobremanera, en que no hay, de parte del gobierno nacional, una mirada sobre el futuro, tal como se enunciaba en el proyecto alfonsinista.


"En esta adhesión que está haciendo el gobierno provincial (por Miguel Saiz) con el nacional no hay ninguna contraprestación concreta. De manera que, si no hay voluntad para asistir ahora en forma federalista, menos lo habrá para un proyecto tan importante que, además, tiene origen en otro gobierno", manifestó, con inocultable pesimismo.


Admitió, no obstante, que la situación coyuntural del país ha cambiado.


"Las condiciones ahora serían mucho mejores como para un traslado, porque hay viento de popa", señaló.


"No es que el gobierno sea exitoso en materia económica, pero lo cierto es que los precios de los comodities, las exportaciones, no haber ajustado por inflación el sistema tributario y seguir manteniendo el precio del trabajo en niveles bajos, hace que la Argentina tenga una capacidad de ahorro espectacular y con un superávit fiscal jamás visto.


"Más allá de esa realidad, no advierto ánimo, ni en el gobierno ni en la sociedad argentina ni en Viedma siquiera, a excepción de algunos lugares de la Patagonia, para debatir el tema", aclaró, para cerrar: "Sólo en función de los triunfos electorales podría anunciarse algo así; sería increíble".


De utopías y convicciones



"Claro que el proyecto era utópico, pero se sabe que las utopías dejan de ser en la medida que existe convicción de que el proyecto es realizable".


Hoy, el ex gobernador rionegrino Osvaldo Alvarez Guerrero sostiene que faltó voluntad política para que el traslado haya sido exitoso.


"El doctor Alfonsín tenía intención política, pero buena parte de la sociedad argentina, especialmente la ubicada en la Capital Federal y en el Conurbano, no", dijo.


"No existió voluntad de cambio, ni de futuro; incluso, muchos de los ministros de la Nación contribuyeron. Recuerdo que cuando Alfonsín me explicó su idea, le dije que si pasaba a la historia iba a ser por un proyecto transformador y no por bajar un punto o dos de inflación", contó.


"Uno de los casos más emblemáticos fue la venta de la embajada argentina en Tokio. Alfonsín me prometió que ese dinero iba a destinarse a la construcción de los primeros puentes de la nueva capital. Se necesitaban 500 millones de dólares.


"Yo había presentado un proyecto de ley, para que se obligara la utilización de dicho fondo en función del traslado. Pero el presidente me llamó y me dijo que no hacía falta, que él se comprometía a hacerlo", contó el doctor Alvarez Guerrero.


"Lo cierto es que ese dinero formó parte de los 3.000 que se destinaron a comprar dólares y mantener el tipo de cambio fijo y, consecuentemente, detener la inflación. Claro, no alcanzó", relató.


El actual mandatario de Río Negro, doctor Miguel Angel Saiz, se apoya, como clara explicación de lo que pasó, en las palabras de Alfonsín.


"Tendría que haberse venido en una carpa", dijo, para agregar: "También influyó la opinión final de los poderosos que viven alrededor del Obelisco", señaló Saiz.


"El talón de Aquiles de Alfonsín --argumentó el periodista Omar Nelson Livigni-- que la fragilidad de la economía".


"Pensó que con sólo trasladar las reparticiones nacionales ya estaba el desarrollo. Pero no es así, porque para eso hace falta un marco de recursos", afirmó.


"De todos modos, con anterioridad había pesado el hecho de que los intereses de la Capital Federal no estaban dispuestos a sacrificar el derecho del picaporte: Es decir, no era viable que el picaporte estuviera a 1.000 kilómetros", agregó Livigni.


Para el ex intendente viedmense Eduardo Rosso, la idea caducó por una falla en la gestión del proyecto.


"Faltó acción concreta. Además, la propuesta tocaba muchos intereses y había que tener un método especial de instalación y concreción, porque muchas iban a ser las contras", relató.


"En este tren de ideas, nosotros le propusimos al doctor Alfonsín que no se desdibujara en maquetas, proyectos faraónicos y consultores que hicieron, por caso, los proyectos educativos, culturales y de medio ambiente, sino que se comenzaran a realizar actos de posesión", explicó.


Rosso dijo que una de las intenciones era que se utilizara el edificio de Vialidad Nacional en Viedma y allí se realizaran actos simbólicos.


"Alfonsín podía venir una vez por mes a firmar las leyes que promulgaban las cámaras. Era algo más que un símbolo de posesión; pero no se hizo", contó.


El ex jefe comunal aseguró que esto provocó descreimiento en la gente, a lo que debió sumársele, como punto final, la crisis económica. Y contó una anécdota afín.


"La ley de traslado decía que el Entecap debía tener sede principal en Viedma y subsede en la Capital Federal. Bueno, fue exactamente al revés... No podía ser que el único organismo que tenía que concretar la obra tuviera un sesgo centralista", sonrió.


El Entecap se disolvió en noviembre de 1989, bajo la presidencia de Carlos Menem y cuando Néstor Rapanelli era ministro de Economía.


Para Alberto Andría, que integraba el consejo de administración viedmense, el principio del fracaso fue no haber puesto gente más ejecutiva en los proyectos.


"Luego, los intereses de Buenos Aires comenzaron a cobrar importancia y el proyecto se terminó diluyendo", afirmó.


"Lo curioso de ese tiempo fue que los representantes de las delegaciones de todo el mundo, que venían a conocer la anunciada nueva capital para saber dónde iban a mudarse, estaban más convencidos del traslado que los propios funcionarios nacionales", relató.


"Si Alfonsín hubiera tenido el coraje de pedirle a Alvarez Guerrero un ala de la residencia de la gobernación para comenzar a trabajar--dijo el escritor Carlos Espinosa--, aún sin ley, como algo transitorio, la gente lo hubiera tomado en serio".


Más adelante señaló que el Entecap le dio demasiada importancia al desarrollo arquitectónico.
"Venían arquitectos de fuste y nos hablaban de la ciudad diseñada a favor del viento y de calles en las que nunca iba a haber sombras. Estaba bien, pero antes se tendría que haber respondido más ejecutivamente las cuestiones del traslado. En otras palabras, instalarse", sostuvo.


"Después todo se complicó en dos frentes: el económico, principalmente, y el militar, con el alzamiento de Semana Santa, en abril de 1987", contó.


Respecto de cómo tomaron el traslado los grandes medios nacionales, Espinosa dijo que con humor y picardía.


"Nunca propusieron un debate serio, como, por caso, reunir en una mesa a intelectuales para saber qué opinaban. Bastardearon el tema", admitió.


"Mantener la idea original de que Alfonsín vendría cada 15 días a trabajar hubiera sido fundamental, porque era algo más que un símbolo", señaló el ex diputado provincial Jorge Carrasco.


"En verdad, no pudimos derrotar al poder central. Pocos nos acompañaron, y en esto incluyo a la gente de Viedma", añadió.


Para la ex vicegobernadora Elva Roulet, la idea fracasó porque no había conciencia de mirar hacia el futuro y porque, además, era un momento económico muy desfavorable.


"También fue un tema tomado en forma política, porque el oponerse a todo siempre es una herramienta en la Argentina. Cierto es que, al aparecer como algo súbito, la gente tampoco pensó mucho en la idea", sostuvo.


La primera reflexión que le surge a Rómulo Barreno, ex titular del Entecap, a 20 años del proyecto, es que se perdió una oportunidad histórica.


"Alfonsín se equivocó cuando no apuró el proyecto y se tomó mucho tiempo en las gestiones preliminares. El mismo reconoció ese error. De todos modos, creo que hoy, en Viedma, ya no interesa el tema del traslado", aseguró.


Barreno sostuvo que, en ningún momento, la gente de Viedma lo vivió como la antesala de un hecho histórico.


El ex legislador maragato señaló que, según los cálculos preliminares, el traslado costaría 6.000 millones de dólares.


"En ese momento se dijo que no se concretaba por falta de fondos, pero no fue así, ya que ese dinero fue a parar, finalmente, al Conurbano Bonaerense, cuando (Eduardo) Duhalde aceptó ser gobernador si le otorgaran ese dinero en concepto de `reparación histórica", recordó.


¿Mucho tiempo en proyectos?



"La ejecutividad es relativa, porque sólo puede ser aplicada cuando están elaborados los proyectos. La cuestión ambiental era más importante que el urbanismo y realizarla llevó un buen tiempo. La rapidez, que muchos reclamaron, hubiera traído improvisación. La idea siempre fue cambiar las cosas con eficiencia". Textual del arquitecto viedmense Oscar Sanguinetti, director de división de la gerencia de construcción del Entecap.


Razones y proyectos



Los proyectos acerca del desmesurado crecimiento de la Capital Federal y, por ende, de la necesidad del traslado tienen no pocos antecedentes.


"Más cerca en el tiempo, el presidente (teniente general Alejandro Agustín) Lanusse (71/73) había presentado varios proyectos. Esto tenía lógica en que los gobiernos militares siempre mostraron una especial dedicación por lo que es el planeamiento demográfico y territorial", contó Omar Nelson Livigni.


"Los militares abrevaban de geógrafos de fama internacional los lugares del mundo que tenían mayores posibilidades de recibir población, teniendo en cuenta amplitud de territorio, disponibilidad de agua potable, ubicación sobre el mar y clima templado. Y este valle de 70.000 hectáreas, de las cuales 20.000 están bajo riego, es uno de los pocos del planeta que aún reúne esas características", agregó.


Para Livigni, Raúl Alfonsín se hizo eco de estos argumentos para tomar una decisión personalísima.


"Además consideró que, después de los inconvenientes con Chile, en 1978, y la guerra de Malvinas, en 1982, muchos se dieron cuenta de que la Patagonia era un portaaviones enclavado en el mar, con proyección hacia el mar Argentino y el Austral, el estrecho de Magallanes, las Islas Malvinas y la Antártida. Sin dudas, Alfonsín pretendía potenciar el ángulo austral de la Argentina", comentó.


"Esas cuestiones geopolíticas, respecto de revalorizar el franco más sensible de la soberanía, como es la Patagonia, con sólo 1.500.000 habitantes y fabulosas riquezas, como reservas de agua potable intangibles y sin contaminación, todavía continúan vigentes. Es más, se han magnificado", amplió.


También sostuvo el periodista en este marco que no es casual la compra permanente, por parte de extranjeros, de tierras ubicadas en sitios estratégicos.


"Trasladar la capital al sur sería inteligente y convocante en este gran marco ideológico y teórico de la defensa del interés general de apuntalar la soberanía", consideró Livigni.


Las obras que, sin aquel anuncio, aún estarían pendientes



Desde que se anunció el proyecto, no resultó mucha la obra realizada donde se iba a erigir la nueva capital.


"En ejecución no había casi nada", recordó el doctor Eduardo Rosso, quien asumió en 1989 el cargo de jefe comunal al ganar las elecciones por el justicialismo, en las que el radicalismo (con Bautista Mendioroz) quedó --contra todas las predicciones, como puede suponerse-- en tercer lugar. Anteriormente, Rosso había trabajando en una ONG de apoyo al traslado.


Cierto es que lo proyectado (cloacas, desagües pluviales, asfalto y viviendas) había pasado el proceso de licitación, pero la crisis económica demoró la toma de decisiones.


"Desde que asumimos, trabajamos en la etapa del refinanciamiento de todas las obras. No fue fácil pero, gracias a Dios, en 1992 las empezamos. Para esto utilizamos el lema de la reparación histórica, claro", comentó Rosso.


Uno de los trámites que sí fue inmediato se refería a las viviendas solicitadas al Banco Hipotecario Nacional.


"Todas las carpetas que estaban ingresadas en Viedma pasaron directamente a la condición de aprobadas. Eran unas 1.200 que, junto con la extensión de los cupos del Fonavi, se llegó a una cifra de 7.000. Esa es la razón por la que, hoy, la ciudad está rodeada de barrios", relató Rosso.


En Viedma --localidad que tenía 35.000 habitantes en 1986 y que hoy llega a 60.000-- se terminaron los desagües pluviales de toda la ciudad (20 kilómetros subterráneos), cloacas, tres estaciones de bombeo, asfalto y los departamentos del complejo denominado 1.016 Viviendas.


A excepción de las unidades habitacionales, en Patagones (entonces 15.000; hoy 25.000) se hizo algo semejante, con el agregado de brindar solución a un antiguo problema: la calidad del agua.


En Guardia Mitre, donde hoy viven 600 personas y se encuentra a 75 kilómetros de la capital rionegrina, se efectuaron dos obras fundamentales: agua y gas. Costaron 4 millones de pesos/dólares.


Para hacer todo lo licitado, la Nación aportó los fondos, a modo de préstamo, por $/U$S 21 millones.


Recién en 1996, después de un proyecto presentador por el senador nacional Remo Costanzo, el gobierno nacional conmutó la deuda que tenían las tres localidades.


La especulación



Aun meses antes de conocerse públicamente el anuncio del traslado de la Capital Federal, un inusitado movimiento inmobiliario se produjo en Viedma. "Evidentemente, el secreto lo tenía un grupo de gente de Buenos Aires. Acá hubo varias compras emblemáticas, estratégicas y llamativas de terrenos, que demostraron que esos señores no eran Mandrake, sino que actuaban con el dato. Un caso puntual fue la esquina de Alvaro Barros y Buenos Aires, que se pagó cinco veces más que su precio original", señaló Omar Nelson Livigni.


Alfonsín: "La Argentina no debe ser desagradecida respecto de su espacio"


A consecuencia de la filtración informativa producida el 12 de abril, el ex presidente Raúl Alfonsín debió apurar los pasos y, sólo cuatro días después, viajó a Viedma donde, en un discurso ante 10.000 personas en el palco del ministerio de Economía, dejó algunas frases no requieren actualización.


* "Es indispensable crecer hacia el sur, hacia el mar y hacia el frío, porque esas fueron las señales de la franja que abandonamos, los segmentos del perfil inconcluso que subsiste en la Argentina".


* "El país se prepara para ingresar en el siglo XXI y los grandes espacios constituirán uno de los signos necesarios de un tiempo en que se hará conciente la lucha del hombre contra la contaminación ambiental, la falta de franjas verdes, la lejanía de los campos fértiles y la carencia del sol, datos propios de las grandes conglomeraciones humanas".


* "Ya no alcanza la idea de una Argentina fluvial, sino que es necesario ir a la búsqueda de la Argentina oceánica, y la Argentina oceánica empieza mucho más al sur de esta vía fluvial madre que es el Río de la Plata: comienza girando la provincia de Buenos Aires, buscando, antes del Golfo de San Matías, un nuevo centro de gravedad en el río Negro y en una desembocadura que aferra a todo el litoral marítimo de la Patagonia, mirando hacia la Antártida y buscando una suerte de identidad geográfica renovada, pero muy específica de la Argentina, que es la identidad de la Argentina sureña, que es la posibilidad de aproximar el polo al territorio tradicional del país".


* "Las grandes ciudades del mundo se han ubicado lejos del Polo sur y la línea del Río Negro constituye un punto de referencia que aparece como sumamente significativo (...). Ninguna capital está situada más allá del paralelo que marca la desembocadura del río Negro".


* "Los países no puede elegir su ubicación geográfica, pero pueden replantear su geografía a través de la política".


* "Una de las grandes lecturas de nuestras crisis es que se trata de un país que no ha crecido, que no se ha extendido, que no ha realizado a nivel necesario la conquista de sus grandes espacios abiertos (...) La Argentina no debe ser desagradecida respecto de su espacio".


Con anterioridad, de los innumerables textos que aluden a esta cuestión pueden rescatarse dos inolvidables, especialmente por quienes son sus autores.


* "Las provincias han creído que Buenos Aires, como sede de las autoridades nacionales, eran el punto supremo de la aspiración de todos, mientras que Buenos Aires procedió con esos aportes sagrados con un criterio no sólo unitario, sino verdaderamente municipal. Se engrandeció, se embelleció, se fortificó, mas exclusivamente como urbe y no como Capital Federal".


Ezequiel Martínez Estrada (1895-1964), "La cabeza de Goliat", en 1940.


* "Soy representante de la capital de la República. He nacido en esta urbe fastuosa y cosmopolita que ignora el dolor argentino, la desolación de la tierra yerma y la tragedia de los hombres de los eriales desiertos y silenciosos".


Alfredo Palacios (1878-1965), senador socialista, en 1941.


Opinión


Aquellos señores vestidos de pilotos


Entre los meses de febrero y marzo (de 1986) surgieron indicios de que algo estaba ocurriendo en Viedma. Eran percepciones periodísticas, difíciles de explicar.


Por ejemplo, en el hotel Austral se alojaban señores, con uniformes de pilotos, que iban y venían del aeropuerto, y sobrevolaban la zona. Otro detalle: desde la secretaría de Planeamiento provincial llegaban otras personas, que trabajaban en aspectos desconocidos y sólo pedían que nadie los asista.


Así, como no hay ningún secreto que se libre, un día concurrí a cenar a la casa de un amigo (Alberto Andría), que era frecuentada por miembros de la administración radical de (Osvaldo) Alvarez Guerrero.


En la sobremesa, alguien afirmó que Viedma estaba ante un hecho histórico y dejó traslucir que sería por el traslado de la Capital. Yo estaba como comensal, pero no podía desligarme de mi función de periodista.


Al otro día, el gobernador Alvarez Guerrero se enteró de la reunión, de lo que había comentado uno de sus funcionarios y que, justo, se encontraba el corresponsal de "Clarín" . Me mandó a buscar, nos encontramos y me pidió un gran favor: "Mirá, se trata de una cuestión de Estado y es importante que no se publique nada, en especial por la confianza que el presidente Alfonsín depositó en mí".


Tuve la feliz idea de decirle que podía demorar unos días la información, pero no por tiempo indefinido. Pactamos --entonces-- en que iba a hacer una pausa en el tema, a fin de no poner en peligro el traslado de la Capital por un frenesí periodístico.


No obstante que tenía la percepción de que esto iba a saltar en cualquier momento, esperé durante tres días. Pero al cuarto redacté la noticia y la envié, por avión, al diario. Ese mismo día hablé con el periodista a cargo Marcos Cytrynblum, con quien me conocía de toda la vida, y se mostró estupefacto e incrédulo por el tenor de la información, ya que en Buenos Aires nadie sabía nada.


Me aseguró que, desde la dirección, le habían confirmado que, hasta no tener la ratificación oficial, no se publicaría. Pasaron entre 15 y 20 días que, para mí, fueron eternos. Igualmente, hablaba todos los días con la gente del diario, ya que en Viedma la cuestión iba tomando cuerpo.


Y ahí sucedió algo fortuito. Alvarez Guerrero, que militaba en la misma línea interna que el gobernador de Misiones (Ricardo Barrios Arrechea), provocó, por esas afinidades, un hecho insólito: que se reunieran los gabinetes de ambas provincias en la capital misionera. En la cita se comentó, pidiendo máxima confidencialidad, que el cambio de la Capital era inminente.


Un sábado (11 de abril) llamo a la redacción por novedades y el periodista Joaquín Morales Solá me dice: "Sale mañana, Negro. Va tapa con cuerpo 44, (páginas) 2 y 3, tal como mandaste el informe". Ahí me agarró un temblor... Naturalmente, le pregunté cómo lo habían chequeado.


Producida aquella reunión de gabinete en Misiones, el corresponsal de "Clarín" se encontró con el ministro de Gobierno de allí, tomaron una copa, y le preguntó qué había pasado. Le contestó que manejaron temas de cajón, pero que la bomba era el traslado de la Capital. El corresponsal llamó al diario, desde donde chequearon la noticia con ese mismo funcionario. Era exactamente lo que se necesitaba para publicarla.


Repasando hoy aquellas notas, advierto que por ahí había un poco de exageración; no eran las que hubiera escrito más calmo, sereno o lejos de los acontecimientos. Pero, como se comprenderá, era inevitable.

Omar Nelson Livigni fue corresponsal en Viedma del diario "Clarín" . Fue quien redactó la primicia del anuncio del traslado de la Capital Federal, publicada por el matutino el domingo 12 de abril de 1986










NOTA: Publicado en el diario La Nueva Provincia de Bahía Blanca, domingo 17 de Setiembre de 2006

Frondizi y Alfonsin: Dos grandes proyectos que todavia perduran

Uno cambió definitivamente la economía nacional. El otro consolidó la democracia y fijó una agenda que todavía está vigente. La decantación histórica obligará a reconocer las sendas que abrieron.
 Se puede tener opinión desfavorable; de uno o de ambos. No es posible negar, en cambio, que volaron alto. Observaron paisajes invisibles para el gobernante que sobrevuela encuestas y calendarios electorales.

Arturo Frondizi y Raúl Alfonsín condujeron a la Argentina en tiempos difíciles para Latinoamérica. Epocas de hegemonía militar (los años 50 y 60). Epocas de deuda e inflación (los 80: según la CEPAL, una "década perdida").

Pese a tamañas dificultades, Frondizi y Alfonsín echaron a andar los dos grandes proyectos que la Argentina conoció en el último medio siglo.

Cuando Frondizi accedió al gobierno, hacía sólo 209 días que se había iniciado —con el lanzamiento del Sputnik I— la era espacial. El descubrimiento del ADN era tan reciente que Watson y Crick aún no habían recibido el Nobel. Faltaban 23 años para la primera PC. El mundo era analógico, la globalización no existía y la ingeniería genética resultaba impensable.

En tales condiciones, el desarrollo económico tenía —salvo por la importancia del petróleo y la electricidad— un sentido distinto del actual. Su motor era la industria pesada.

El ahorro interno no alcanzaba para armar semejante motor. A la vez, los capitales extranjeros, librados a su arbitrio, podían elegir las áreas donde menos hacían falta: industria liviana y servicios. El gobierno fijó prioridades y orientó las inversiones a la industria de base. El propósito era que el PIB creciera a tasas muy altas, en plazos muy breves, diseminando riqueza por todo el territorio. Para eso, había que quemar etapas; como lo harían, años más tarde, los países del sudeste asiático.

La batalla del petróleo. En 1958, la Argentina importaba 75% del petróleo que consumía. Cuatro años más tarde, había logrado el autoabastecimiento. En el mismo período, multiplicó por cuatro y medio la producción de gas. Quedaba atrás una peligrosa dependencia.

"Madre de industrias". La abundancia de petróleo y gas, junto a regímenes de promoción, catapultó la producción de etileno, butadieno, aromáticos, amoníaco, metano y otros derivados. Despertó así la petroquímica, "madre de industrias", que provee plásticos, fertilizantes, herbicidas y pesticidas.

"Sin hierro, acero y energía, no hay porvenir". No fue sólo una frase. En 1960, se inauguró el primer alto horno. En los cuatro años, la producción de arrabio se multiplicó por 12. La de acero, por 2. La generación hidroeléctrica, por su parte, se duplicó; y Frondizi promovió El Chocón, que se concretaría años más tarde.

El "boom" automotor. La Argentina, que había fabricado 15.000 autos en 1957, fabricó 115.000 en 1962. El salto (666%) fue portentoso.

10.000 kilómetros de caminos. El plan oficial requería la expansión acelerada de la infraestructura. En los cuatro años se construyeron rutas a un ritmo sin precedentes: 213 kilómetros por mes.

Balance. Frondizi fue derrocado tras gobernar sólo 1.428 días, en medio de 26 planteos militares y 6 intentos de deponerlo. No importó. Esa breve gestión fue suficiente para cambiar el perfil productivo de la Argentina. El país ya no volvería a ser el mismo.

Tras años de dictadura, guerra y atraso, Alfonsín se propuso enraizar la democracia, asegurar la paz con los vecinos y sentar las bases de una Argentina moderna.

La Segunda República. Según su visión, un régimen "semiparlamentario" —como el francés o el alemán— cerraría las puertas a futuros caudillismos y tentaciones hegemónicas. La idea sobrevivió a su gobierno; pero la reforma constitucional (1994) la desdibujó: se necesitaba un verdadero primer ministro, no un mero jefe de Gabinete.

El Plan Okita. En 1985, se encomendó a Saburo Okita —artífice del "milagro japonés"— un "Estudio sobre el Desarrollo Económico de la República Argentina". Ese estudio (Plan Okita, 1987) inspiró varias reformas económicas. En la era pos Alfonsín, la Argentina pidió a Japón una actualización del trabajo (Plan Okita II, 1996), que definió una estrategia para irrumpir en los mercados del sudeste asiático.

La reforma del Estado. Alfonsín no adhirió al dogma estatista, que vincula empresas públicas con soberanía; ni al dogma privatista, que pone cualquier cosa en manos de particulares. Alfonsín privatizó aquello que el Estado no podía capitalizar ni gestionar: industrias (desde Atanor hasta SIAT) y servicios públicos (Flota Fluvial, Austral, Movicom). El PJ se opuso, sin éxito, a la reforma del Estado; pero, una vez en el gobierno, debió proseguirla. Un elemento diferencial: las privatizaciones radicales fueron transparentes y jamás derivaron en escándalo.

El Congreso Pedagógico. Se inspiró en aquel que, en el siglo XIX, dio origen a la Ley 1420. Este segundo congreso permitió que, a lo largo de cuatro años, la sociedad expresara demandas e ideas. El propósito —modernizar el sistema educativo— trascendió al gobierno de Alfonsín. En 1993 se sancionó la Ley Federal de Educación, que no satisfizo las expectativas; y ahora se está en proceso de reemplazarla por una Ley de Educación Nacional.

Segunda batalla del petróleo. Alfonsín se negó a privatizar YPF; pero, como Frondizi, otorgó permisos de exploración (Plan Houston, 1.300.000 km2) e hizo que la empresa formara joint ventures para la explotación. Resultado: el país, que había vuelto a importar petróleo, recuperó en 1988 el autoabastecimiento. Pese a altibajos, y cambios de política, la Argentina ya no volvería a depender del petróleo importado.

Geopolítica (I). La paz con Chile. La Argentina y Chile habían estado al borde de la guerra (1979) por tres islas en el Beagle. En 1984 se firmó el Tratado de Paz y Amistad, que reconocía la soberanía chilena sobre tales islas. Se temía que el Congreso argentino —dominado por la oposición— no lo ratificara. El gobierno llamó a un "plebiscito" voluntario, y 81,5% de la población se pronunció a favor del tratado. El Congreso se vio obligado a plegarse. Se inició así una nueva política regional, que ya no sería modificada. En los 90, se cerraría el último conflicto fronterizo: Hielos Continentales.

Geopolítica (II). Mercosur. Junto con su colega José Sarney, de Brasil, Alfonsín terminó con los ancestrales recelos argentinobrasileños. En 1985, ambos se comprometieron a formar un mercado común. Fue el origen del Mercosur (constituido en 1991), que es política de Estado en ambos países y, también, en Uruguay y Paraguay.

Geopolítica (III). "Imaginación y coraje", pidió Alfonsín en 1986, cuando propuso trasladar la capital a Viedma. Quería promover "la civilización del frío", integrando a pleno la Patagonia. Es dudoso que el traslado de la capital fuera el método. Sin embargo, la visión era correcta. "La civilización del frío" avanza y ahora la Patagonia, con su producción cada vez más diversificada, aparece como una de las regiones más dinámicas del país.

Balance. Alfonsín dejó el poder tras haber gobernado 2.037 días, en medio de 13 paros generales, la crisis de la deuda y la inflación mundial. No importó. En ese tiempo se fijaron los temas que (aún hoy) forman la agenda argentina: calidad institucional, limitación del poder presidencial, rol del Estado, nuevo sistema educativo, efectiva integración de la Patagonia, relaciones con los países vecinos y Mercosur.

Frondizi y Alfonsín fueron fustigados por sus errores: los que cometieron en la Casa Rosada y, después, como ex presidentes dedicados a la política.

La decantación histórica obligará a reconocer sus aciertos gubernamentales y a ignorar lo demás.

Nadie, por ejemplo, juzgará a Frondizi por no haber podido mantenerse hasta el 1º de marzo de 1964; o a Alfonsín por no haberse aferrado al sillón de Rivadavia hasta el 10 de diciembre de 1989.

Para un hombre de Estado, lo importante no es durar. Lo importante es perdurar. Sus ideas deben resultar más poderosas que sus propios gobiernos.



FUENTE: Publicado en diaria Clarín el 06 de Septiembre de 2006
http://www.terragno.org.ar/vernota.php?id_nota=809