El dia que la Legrand hizo una ferrea defensa del Centralismo Porteño

Mirtha contra el traslado del Congreso
Lifschitz, Paladini y Zuleta Puceiro confrontaron con la diva de los almuerzos en su ciclo televisivo

Incomprensible, la diva de los almuerzos Mirtha Legrand, nacida en el interior santafesino poco más de 75 años atrás, pronunció la semana pasada (el jueves 21 de diciembre) una insistente perorata a favor del centralismo porteño dejando desorientados a sus ocasionales invitados, entre los que se contaban el intendente Miguel Lifschitz y el industrial Roberto Paladini.

"Parece que vino con un mal día la señora", comentaron en los pasillos de América, al partir, los comensales, que se completaban con el gobernador de Entre Ríos, Jorge Busti; el consultor y analista político Enrique Zuleta Puceiro y el titular de la Afip, Alberto Abad.


"¿Qué es esto de proponer el traslado del Congreso nacional a Rosario? Para mí es un disparate", descerrajó Mirtha a sus invitados a poco de comenzar el diálogo y con cierto tono de reproche.

Zuleta hizo punta para contestar señalando que la propuesta, "que ya cuenta con la adhesión de 50 legisladores nacionales y los gobernadores de la Región Centro, se corresponde con experiencias exitosas aplicadas en muchísimos países".

No lo dejó terminar. De agrio humor la señora le espetó: "Pero por favor. Si ni siquiera hay aviones a Rosario. ¿Cómo se llega?".

Curioso desmerecimiento para la ciudad donde Mirtha pasó buena parte de su infancia (fue inscripta por su madre Rosa en los cursos infantiles del Teatro Municipal en los años 30), la estrella del espectáculo lo completaría unos minutos después arrojando dudas sobre la construcción del puente a Victoria. "Algo extraño pasa con el puente, ¿alguien sabe qué es lo que realmente pasa? ¿Es la mala prensa nada más?".

Ante el vacío, la animadora relató que ella hizo el trayecto tanto de noche como de día y que al preguntar a qué se debía el alto tránsito pudo saber que la razón era la pasión de los rosarinos por las apuestas. En Victoria hay un casino, en Rosario no; esa era la explicación para tantos vehículos yendo y viniendo. De paso, Mirtha, aprovechó para mandar un saludo al actor Pablo Alarcón, gerente de la casa de juegos.

Volviendo al tema del traslado del Congreso, entonces, Mirtha miró al intendente Lifschitz y extrañada le inquirió: "¿A usted también le gusta la idea?".

Tras la respuesta afirmativa las interrupciones se tornaron más frecuentes pisando a los invitados, sin dejarles exponer tranquilos los argumentos y con frases del siguiente tono: "¿Pero que ventajas tiene esto?", "¿Usted también está a favor, Paladini", "¿Qué se va a hacer con el hermoso edificio del Congreso nacional?", "¿Irán a trabajar los legisladores si llega a estar en Rosario? Pero por favor, si no trabajan estando acá; han sesionado nada más que once veces este año...".

"Un poco extraña la idea esta, costosísima", abundó Mirtha y recordó: "Yo pienso en el traslado (de la Capital de la República) que quiso hacer el doctor Alfonsín. Se gastó muchísimo dinero aquella vez".

No se pudo saber si los invitados pudieron gozar de los platos como esperaban. Pero a más de uno se le detuvo el bocado cuando Mirtha, diplomática, preguntó a la mesa: "¿Se acuerdan cuando en Rosario asaban y comían a los gatos?".

Ya no se primerearon por contestarle, resignados, los comensales. Alguno puede que haya mirado el reloj; otro quizá haya deseado pedir la cuenta.



FUENTE: La Capital , 28 de diciembre de 2005 . http://www.lacapital.com.ar/

"Desdoblar la Capital del Estado es posible"

Licenciada Paula Busnadiego

Con esta entrevista al doctor Diego Giuliano, La Capital inicia una serie de reportajes a especialistas en temas jurídicos sobre el proyecto de trasladar el Congreso de la Nación a Rosario. La iniciativa que fuera anunciada por el presidente del Directorio de este diario, Daniel Vila, ya tuvo la adhesión de los gobiernos municipal, provincial y de numerosos legisladores nacionales. En estas notas se profundiza el debate sobre los fundamentos de la propuesta.

-En un artículo publicado en diciembre de 2004 en este diario, usted sostiene que es posible desdoblar la localización del gobierno nacional, ¿Podemos afirmar que ni la letra ni el espíritu de la Constitución Nacional prohíben una capitalidad bifurcada?

-Así es. Considero que es constitucionalmente posible bifurcar la capital del Estado argentino. El actual artículo 3 de la Constitución Nacional expresa que "las autoridades que ejercen el Gobierno federal residen en la ciudad que se declare Capital de la República por una ley especial del Congreso, previa cesión hecha por una o más legislaturas provinciales, del territorio que haya de federalizarse". Aunque la Constitución se expresa en singular, refiriéndose a la ciudad y no a las ciudades que se declaren capital de la República, cuando dispone la necesidad de cesión previa de parte de las legislaturas provinciales, lo hace en plural, permitiendo interpretar que la capital puede fijarse en más de una ciudad, desdoblándose la localización del gobierno. Si el constituyente hubiere prohibido la fragmentación del asiento físico de los Poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, no parece lógica la previsión de la cesión de territorio por parte de más de una legislatura provincial, debido a que en nuestro derecho público, cada ciudad pertenece al territorio de una provincia y no al de varias, no existiendo ciudades multi o pluriprovinciales. En conclusión, ni la letra ni el espíritu de la Constitución Argentina, prohíben, a mi criterio, una capitalidad bifurcada.

-Considerando los antecedentes a escala mundial de bifurcación, ¿cuál podría mencionar?

-En Latinoamérica consideramos los casos de Chile, cuyo Poder Ejecutivo se encuentra en la capital histórica de Santiago y el Poder Legislativo a 110 km., en la ciudad de Valparaíso; y Bolivia, que posee en Sucre la sede de los Poderes Legislativo y Judicial, y en La Paz, la sede del Poder Ejecutivo. En Alemania, luego de la reunificación en 1991, las Cámaras Legislativas llevaron el asiento del Parlamento y del Gobierno a Berlín, aunque seis Ministerios Federales permanecieron en Bonn y el Tribunal Constitucional Federal, tiene su sede en Karlsruhe. También en Europa, Holanda, posee su capital en Amsterdam aunque la ciudad de La Haya, es la residencia del monarca y el asiento del tribunal Superior y del Parlamento. En el caso de Sudáfrica, Pretoria es la capital administrativa, Ciudad del Cabo es la capital legislativa y Bloemfontein es la judicial.

-¿Usted cree que la descentralización del poder del Estado, implicó algún beneficio en estos países?

-Sin dudas. Aunque ello responde a la realidad sociológica y jurídica de cada nación. En países unitarios como Bolivia, la bifurcación no alcanza. El problema es más profundo: existen sectores de Santa Cruz de la Sierra que no quieren la autonomía, sino para la secesión y anexión a Brasil. Algo parecido pasa en Tarija con relación a la Argentina. No es lo mismo el caso de un país unitario como Chile en donde la bifurcación tuvo un sentido de oxigenación política administrativa, que en un país de naturaleza federal. En este último caso, se supone que el PE, el PL y el PJ pueden estar en el mismo sitio físico porque la organización es federal, es decir, las atribuciones y competencias pertenecen originariamente a las provincias y sólo lo delegado pertenece a la Nación, que es un "invento" de las provincias. Claro está que en el caso argentino, eso no pasa del mundo abstracto de las ideas.

-¿Este proyecto favorecería a un crecimiento más armónico?

-Creo que sí. La reforma constitucional de 1994 diseñó una nueva cláusula del progreso en el Artículo 75, inciso 19, sincera e irrepetible en el derecho comparado. La Constitución argentina es una de las pocas del mundo que reconoce explícitamente la debilidad del funcionamiento del modelo federal, cuando afirma la existencia de un "desigual desarrollo relativo de provincias y regiones ". La Constitución reconoce las desigualdades entre regiones y provincias, y "confiesa" que el nuestro es un país desparejo y desequilibrado. A partir de ese reconocimiento, corresponde retomar los caminos de la descentralización; uno de ellos, entre tantos, es resituar la sede del Poder Legislativo.

-¿Esto para usted implica un beneficio meramente político, o también favorecería el desarrollo económico de algunas regiones?

-Es un beneficio político y es también económico. Lo político y lo económico están concatenados fuertemente y se retroalimentan. El traslado brindará una nueva perspectiva, en cuanto disminuye la presión sobre la función de regulación del Gobierno argentino, de parte de un complejo demográfico desproporcionado como lo es el núcleo Ciudad Autónoma de Buenos Aires- conurbano bonaerense. En un siglo y medio de marcha institucional, durante los gobiernos constitucionales y mucho peor durante las dictaduras, la Argentina ha concluido en uno de los procesos paradójicos de concentración de población, riqueza y pobreza más impactantes del mundo moderno. Los números son elocuentes. El promedio nacional de PBI per cápita es de 3.322 U$S. En un extremo se encuentra la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con un PBI per cápita de 11.238 U$S mientras que del otro lado, la provincia de Santiago del Estero posee un PBI catorce veces menor, es decir, 771 dólares per cápita, con un nivel similar al de países africanos pobres, como Buthan y Costa de Marfil. La enfermedad está identificada: se llama gigantismo o macrocefalia, una suerte de "deformante reuma institucional", contagioso y devastador. No hemos hallado todavía una medicina para superar semejante concentración y desigualdad. Después de 150 años de federalismo nominal, no se ha invertido la tendencia centralista ni se ha realizado la corrección decisiva de la actual estructura demográfica argentina. Sin descentralización, todo se limitará a una mera mudanza)

-Volviendo a la cuestión jurídica, usted menciona en un análisis previo sobre el tema a la ley 23.512 del año 1987. ¿Ve a esta ley como un ejemplo de descentralización de poder?

-Se trata de detectar algunos mojones jurídicos que puedan permitir el desdoblamiento de las funciones capitalinas. Antecedentes que reafirman la posibilidad constitucional de capitalizar a más de una ciudad se hallan en 1862, cuando por vía de la ley Nº 12, el Congreso nacional federalizó toda la provincia de Buenos Aires y no sólo el éjido urbano de una ciudad en particular. En 1987, durante la presidencia de Alfonsín, la ley 23.512 declaró capital de la República a las ciudades de Carmen de Patagones (provincia de Buenos Aires), Viedma y Guardia Mitre (provincia de Río Negro). La ley del Congreso permitía potencialmente que uno de los poderes del estado estuviere asentado en Carmen de Patagones, otro en Guardia Mitre y la cabeza del otro en Viedma, de manera indistinta o incluso, mixta. La situación simultánea de las funciones capitalinas en dos o tres ciudades no fueron jamás discutidas.

-En este caso, lo que plantea esta ley tiene que ver con la relocalización de la capital en dos ciudades que corresponden a dos provincias diferentes...

-Sí. De hecho, la ley 23.512 prevé el traslado de la capital a un territorio perteneciente a tres ciudades distintas enclavadas en dos provincias diferentes, y se logra además, que tanto la provincia de Buenos Aires como la de Río Negro, cedan a través de sus respectivas legislaturas los territorios a federalizarse. Este es un antecedente valioso para nuestro objetivo. Lo que sí creo que no puede discutirse constitucionalmente es que el Congreso funcione en forma separada. En la lógica de la ley 23.512, el Poder Legislativo puede situarse en una ciudad y el Poder Ejecutivo en otra u otras ciudades (por ejemplo los Ministerios en una y el Presidente en otra).

El Poder Judicial, de hecho, funciona en varias ciudades, aunque la Corte Suprema tenga su sede en la capital. El desdoblamiento funcional no invalida que la capital siga siendo una: para el caso de la ley 23.512, “Viedma-Cármen de Patagones- Guardia Mitre”; para el caso de nuestra propuesta: “Ciudad Autónoma de Buenos Aires-Rosario”. Creo que debe reformarse la ley de capitalización de 1880 (Nº 1.029) declarando capital de la República a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y al municipio de la ciudad de Rosario, previa cesión de la Legislatura de Santa Fe del territorio a federalizarse.

—¿La ley 23512 caducó?

—Han desaparecido las circunstancias que la hacían ejecutable. Las leyes de cesión de los territorios provinciales de Buenos Aires y Río Negro tenían fecha de vencimiento: las cesiones quedaban sin efecto si por cualquier motivo dejaba de concretarse la radicación del gobierno federal en el territorio cedido en un plazo de 5 años. Esas “cláusulas gatillo”, provocaron la derogación de la ley de traslado, por su inaplicabilidad. Si no hay cesión de territorio de parte de las provincias, no hay traslado posible.

—¿Porqué cree que no se ejecutó?

—Aquella quizás fue una buena idea con mucha mala suerte. El país pronto se sumergió en una crisis política muy profunda. La ley se derogó por desuso y por la falta de voluntad de los poderes públicos. La situación capital es un tema de consenso, no de disenso, es un tema de solidaridades históricas, acuerdos y respeto a la pluralidad, para un momento del país que no sea gravemente crítico e inestable. El traslado del congreso a Rosario es una idea inclusiva, integradora, que complementa y no excluye a Buenos Aires ni a ninguna otra región del país. Tiene más que ver con la realidad y no resulta faraónica en el sentido de impracticable.

—Usted también ha planteado que este proyecto sería beneficioso aún para la ciudad autónoma de Buenos Aires ...

—Así es. La ciudad autónoma de Buenos Aires está rodeada por cuatro cordones que la agobian y la provincia de Buenos Aires, por su lado, se enfrenta a la problemática de un conurbano que crece geométricamente y que resulta casi inhabitable, con conflictos muy fuertes donde se mezclan la concentración de riqueza con la concentración de pobreza, donde se mezcla la concentración política con la presión política sobre las instituciones del país. No sólo concentramos soluciones y recursos en un solo punto. También estamos concentrando problemas y eso no es bueno para nadie. El resultado arroja un país desequilibrado, ingobernable en algunos puntos y profundamente injusto. El traslado brindará una nueva perspectiva, porque disminuye la presión sobre la función de regulación del Gobierno argentino, de parte de un complejo demográfico desproporcionado como lo es el núcleo Ciudad Autónoma de Buenos Aires-conurbano bonaerense. Ello beneficiará a todas las partes, incluyendo al propio “centro“ que se descongestionará política y administrativamente, mejorando sus condiciones de gobernabilidad.

—Inclusive muchos especialistas hablan de lo beneficioso de generar distancia entre el Congreso y el Ejecutivo...

—Sin lugar a dudas. Ello significa revalorizar la función del Poder Legislativo. Resituar en este caso, significa rejerarquizar, es decir, brindar autonomía funcional al Parlamento, en el sentido de dotarlo de un sitio y un espacio propio, fuera de la cuadratura unificante. Probablemente eso genere un ambiente propicio para el debate y la participación más libre, y esto no siempre agradó a los poderes ejecutivos superpoderosos del siglo XX, ya que implica una menor posibilidad de control e influencia. El siglo XIX en todo el mundo, fue el siglo de los poderes legislativos. El siglo XX, en cambio, fue el siglo de los poderes ejecutivos. El siglo XXI quizás sea el tiempo de la síntesis de los poderes del Estado, de la mano de la inclusividad de la población en las decisiones públicas y de la “difusión” del poder en el territorio. Resituar significa revalorizar roles y funciones parlamentarias y esto puede resultar molesto, puesto que a muchos no les gusta que se rejerarquice al poder legislativo, que es el espacio de la participación popular, de la pluralidad y el debate, el poder democrático por excelencia. En el parlamento se “parlan” los problemas del país y se construye la norma jurídica a la que debe subordinarse toda la ciudadanía, incluso los miembros de los demás poderes del estado. El traslado del Congreso a Rosario implica la revalorización del Poder Legislativo, y comenzar a hablar de esto significa comenzar a hablar de la substancia representativa del poder legislativo, en su integración, en su producción jurídica y en su capacidad de respuesta frente a la complejidad del intercambio federal, cosas de las cuales no hablamos demasiado los argentinos. La “distancia” entre el Poder Legislativo y el Ejecutivo tiene sentido si ello significa crear un nuevo entorno que reinvente la capacidad de los gobiernos locales, disminuyendo las profundas diferencias entre regiones y poblaciones localizados en distintos puntos del país.

—¿Cree que se respeta en este país el principio federal o este es meramente nominal?

—Creo que la Constitución nacional es federal pero que los argentinos somos muy pocos federales. Tenemos sentimientos federales, pero cerebralmente, funcionamos como unitarios e intestinamente, recaudamos y gastamos como unitarios. Hemos sido los argentinos los que no hemos profesado el federalismo como estilo de vida y método democrático de construcción de poder. Sí, es cierto, la Constitución Nacional está moldeada en el sistema federal, pero se trata de una doctrina que muta hasta el límite del suicidio, se torna unitaria, y depende mucho de los actores de cada época. Las dictaduras han sido muy centralizantes en la argentina. En general, en todo el siglo XX predominaron las fuerzas centrípetas. Los gobiernos militares fueron verticalistas por motu propio; por eso la doctrina federal ha sido fuertemente pisoteada durante esa época tan prolongada de nuestra historia. Luego, durante la restauración democrática, la tendencia no se ha invertido y en los tiempos del hipereconomicismo, los intereses centralizadores se impusieron en todos los campos; no solo el político, también en el mundo financiero, empresarial, cultural y el de los medios de comunicación. Creo que esto nos conduce a la tarea inmensa de centrifugar la Argentina. Centrifugar no significa destruir todo lo que está, ni de un día para el otro pensar en un país federal, igual y equitativo, pero sí empezar a realizar prácticas de equilibrio interregional, desmonopolización de las decisiones políticas, distribución de competencias y recursos, autonomía y regionalización efectiva, y aquí, el mundo del derecho puede ser muy valioso, porque puede aportar soluciones que instrumentalicen el cambio. El derecho debe aportar las fórmulas concretas de descentralización, y una fórmula concreta es la bifurcación de la capital federal.

—¿Esto aporta a un proyecto de país diferente?

—Sin dudas, además esto va a poner negro sobre blanco, va a poner en claro quienes son centralistas y quienes en realidad no lo son. Las excusas van a ser muy creativas e ingeniosas. El hecho de que la Capital Federal esté bifurcada obliga también a las autoridades del Poder Ejecutivo a federalizarse con mayor intensidad. No solamente compromete a los Senadores y a los Diputados a construir un ambiente no centralizador, sino también al Poder Ejecutivo y al Poder Judicial.

Esto es una buena solución, aunque no la única, por cierto: implica un cambio de ambiente que tiene que darse a lo largo de todo el siglo XXI, y ese es el camino para curarnos de la enfermiza centralización de la República. Claro que debemos ser realistas. El traslado, per se, no resuelve nada, o resuelve muy poco, si no se profundiza en la horizontalización territorial del poder. El cambio de la ubicación geográfica del Parlamento, constituye un fenómeno de deslocalización del poder legislativo y no necesariamente de descentralización política. Para que efectivamente sirva a la descentralización, debe adoptarse una mirada que modifique el patrón de distribución espacial del poder. Refederalizar el país tiene que ver con empezar a decidir también desde las provincias, los municipios y las regiones. De lo contrario, será una mera mudanza de infraestructura, nada más que simbólica, y federalmente vacía.
Costo del proyecto
-¿La concreción de este proyecto implica una gran carga presupuestaria?
-Todas las acciones del estado provocan una carga presupuestaria, pero algunas son sólo gastos y otras, inversiones multiplicadoras. La idea de desdoblar la capitalidad debe acompañarse con la fundamentación necesaria para que la ciudadanía perciba en esto una inversión federal. Capitalizar a la ciudad de Buenos Aires en el siglo XIX significó para el Tesoro correr con los gastos de la construcción de una moderna y flamante capital, no para la Argentina toda sino sólo para la provincia de Buenos Aires: la ciudad de La Plata. Los costos son ineludibles pero todo lo que implique descentralizar, desde lo político e institucional, siempre es módico y oportuno.
-¿Rosario cuenta con una estructura óptima para esta idea?
-Por supuesto. Es la ciudad ideal para este proyecto. Primero porque no es capital de provincia, lo que es favorable desde el punto de vista administrativo y constitucional ya que se descarta la reedición actualizada de la "cuestión capital" que provocó al país décadas de enfrentamientos. En Rosario no puede reproducirse el conflicto de convivencia entre las autoridades nacionales y provinciales ocurrido en el Siglo XIX en Buenos Aires. Esa disputa desencadenó una de nuestras guerras civiles: el enfrentamiento de 1880 entre el gobernador de Buenos Aires, Carlos Tejedor, y el presidente de la Nación, Nicolás Avellaneda. Si la capital legislativa nacional coincidiere con la capital de una provincia, restauraríamos teóricamente ese conflicto histórico que fue el de la convivencia entre los gobernadores y las autoridades nacionales, y que como vemos terminó muy mal.


NOTA: publicado en el diario La Capital de Rosario, 03 de septiembre de 2005

http://www.lacapital.com.ar/2005/09/03/politica/noticia_226255.shtml

Buenos Aires, ciudad tomada, que permite recrear la idea brillante de Alfonsin de trasladar la Capital

Por Jorge Asis

Tío Plinio querido,

El traslado de la capital fue, acaso, el proyecto movilizador más cautivante, sensatamente revolucionario, que se presentó, en aquellos años desperdiciados, del presidente Alfonsín.

Aunque se tratara, en el fondo, del lícito pretexto para algún gran discurso. Aquel que nos incitaba a ir, como en cruzada, tío Plinio querido, y en formidable epopeya, hacia el sur, el viento y el mar.

En realidad, pese a la tentación de la caricatura, se trataba de algo más consistente que de una mera mudanza de Buenos Aires a Viedma.

Representaba una transformación radical. Un replanteo en materia de descentralización, y un intento de desarrollo estratégico, que planteaba una especie de revisionismo territorial.

Y cuando se lanzó el envoltorio de la idea, casi veinte años atrás, a mediados de abril de 1986, el presidente Alfonsín mantenía, aún, una cierta vocación de futuro.

Se ufanaba, en la salsa de su propia retórica, con genéricas vaguedades que aludían, por ejemplo, a nuestra potencia ética.

Y gestionaba, algo a la bartola, sobre la transitoria fortaleza del Plan Austral. Conglomerados que le permitían mantener, con crispada firmeza, las riendas ambiciosas de la hegemonía política.

Incluso, Alfonsín se permitía, tío Plinio querido, y para la tribuna, el lujo de apostar por la vulnerabilidad de su literatura y colonizar el peronismo.

Tratábase de un peronismo que se amontonaba, entonces, detrás de la emotividad conmovedora de Saúl Ubaldini.

Un peronismo que se obstinaba en renovarse a partir del aprendizaje de los modales culturales del colonizador.

Entonces Alfonsín, con una osadía impenitente, hasta se atrevía a encarar con su música, aunque apoyándose en letras de los intelectuales programados del Grupo Esmeralda.

Por ejemplo se obstinaba en melodías menos enaltecedoras. Como la superación implícita en la construcción del espacio que albergara aquel Tercer Movimiento Histórico. Un Movimiento, obviamente alfonsinista, que planificaba dejar, allá lejos, donde se juntan las anecdóticas paralelas, los antecedentes menores del radicalismo y del peronismo.

Trate, por favor, tío Plinio querido, amparado en la frivolidad que permite la distancia, de no reírse.

Sin embargo, en cuanto se hartaron los acosados tenientes coroneles, el globo espeso del alfonsinismo hegemónico comenzó a desinflarse.

Cuando recurrieron, con sus rostros de inofensivos feroces, a los corchos píos de Semana Santa. Entonces comenzó a explicitarse el inicio deplorable de la declinación.

El poder de Alfonsín se descascaraba. Aquella retórica producía, en adelante, polvo de yeso. Mientras tanto, el Plan Austral languidecía, y se perfilaba, con patética crueldad, el post alfonsinismo.

Y después de setiembre de 1987, con el triunfo del peronismo casi colonizado de Cafiero, en la provincia de Buenos Aires, hasta algunos radicales se atrevían en tratar, al envolvente caudillo, como un Gordito Felón.

Cualquier otario se atrevía a impugnar la jactancia deprimida de la Coordinadora, y aquel Tercer Movimiento Histórico quedaba paralizado, apenas, en el cajón del olvido.

Y su principal proyecto, el Traslado de la Capital, pasaba a convertirse en un simple motivo de broma, para los guionistas menos inspirados. O de severa descalificación global, que contenía razonamientos hilarantes: "Que Alfonsín se vaya a Viedma y lo deje a Cafiero gobernar desde Buenos Aires".

Una lástima, tío Plinio querido, que por las mezquindades tradicionales de la política contemporánea, aquel indispensable proyecto estratégico, como el traslado de la capital a Viedma, pasara a convertirse en otro ejemplo pintoresco, de la sucesión de tantas obras truncas.

Comparable, de manera grotesca, con la Ciudad Deportiva que impulsara, en su ensoñación boquense, Alberto J. Armando. O con la atendible Aeroisla del Ingeniero Alsogaray.

Ocurre que cuesta, tío Plinio querido, en el sectarismo fragmentado de la Argentina política, aceptar, por ejemplo, que la idea de un virtual adversario, pueda no ser directamente descalificable.

Sea Alfonsín, Menem o De la Rúa, en cuanto dejaron el gobierno, resulta aconsejable rechazarlos en bloque.

Como probablemente haremos, en dos años, con Kirchner.

En definitiva, por los derechos humanos más elementalmente básicos de los porteños, se impone, tío Plinio querido, trasladar la capital administrativa de la ciudad sitiada.

Ante la virtual ocupación de su capital, los argentinos deben disponer de un recursivo Vichy.

Porque un gobierno, en el fondo, reside, ante todo, donde adopta sus decisiones. Y los ámbitos gestionarios, de administración y ejecución, debieran disponer de una mayor serenidad. Que por ejemplo admita, con ciertos fundamentos, la irrupción, sin presiones movilizadoras, del raciocinio.

A propósito, Alfonsín también solía decir que no se podía gobernar con el barullo permanente de los bombos debajo de las ventanas.

Menos aún se puede gobernar, cuando la más simple circulación, para los gobernados, se convierte en la angustiosa utopía de la ciudad infernalmente tomada.

Aunque ya no sea en la distante Viedma, tío Plinio querido, Buenos Aires se ganó el derecho a independizarse. Tiene sus consolidados encantos como para prescindir de los rigores bulliciosamente obturantes de una administración metropolitana. Que incita incluso, a sus detractores a hablar, aún, del "macrocefalismo porteño".


Macrocefalismo de las paciencias.

Los porteños ya merecen ampliamente recuperar los bastiones fundamentales de su ciudad. Como si Buenos Aires fuera Amsterdam, Estambul, incluso Río de Janeiro.

Y la Argentina, en fin, debería tener que asegurarse la eficacia burocratizada. Y disponer de una especie de La Haya. O lo que significa hoy Ankara, lo que es Brasilia. Y hasta lo que fue Bonn.

Y a no más de doscientos kilómetros, tal vez trescientos.

Sobran idóneos urbanistas que podrían diseñar el proyecto transformador. La edificación de una nueva capital. Podrían lucirse, los urbanistas, con la construcción de palacios para el Legislativo y el Judicial. Y con una conjunción de edificios inteligentes, para los distintos ministerios. De paso, podrá ponerse en práctica un keynesianismo sanitario. Y en Buenos Aires, de nuevo, se podrá, al menos, respirar.

Aunque, en realidad, tío Plinio querido, semejante impulso movilizador contiene el riesgo de evocar, con cierta nostalgia, aquellas invocaciones, extraordinariamente envolventes, de Alfonsín.

Dígale a tía Edelma que llegaron bien las Flores de Bach.

FUENTE: Publicado en la Jorge Asis Digital, el viernes 19 de agosto de 2005 a las 16:31

http://www.jorgeasisdigital.com/motor_textos.php?codigo=184

Hugo Cuevas: "El traslado de la Capital me obsesiona"

Nació en Roca hace 55 años e ingresó en el radicalismo en 1965.

- Tengo cuna radical... mi padre era de la ya muy vieja UCRP, a la que yo ingresé de muy pibe y en el '65 fui miembro del Tribunal de Cuentas de la comuna de Cervantes.

A los 18 egresó como técnico mecánico de la ex Escuela Industrial de Roca, "donde aprendí mucho de la mano de un gran maestro: Sánchez Platero", suele recordar hoy.

- En el '81/'82 volví de lleno a la militancia... y con Alfonsín llegué a intendente de Cervantes... largué el taller mecánico y aquí estoy... voy por el quinto mandato -dice Hugo Cuevas, candidato a primer diputado nacional por la UCR rionegrina.

- ¿Qué es la política para usted?

- No sé si soy político... me lo suelo preguntar, yo soy un servidor público. Sí, sí, veo la política como un servicio para con la gente, sin distinción de partidos. Esa es la idea que me llevó a intendente y aquí estoy.

- Como vienen rodando los dados, usted ya tiene asegurada una banca en Diputados. ¿Qué hará desde la cámara?

- Trabajar por la provincia.

- Todos dicen lo mismo y después son ignotos diputados.

- Allá ellos, no será mi caso... yo estoy probado en trabajar por la gente... sí, ya sé, en el pequeño mundo de un municipio de 5.500 habitantes... bueno, será pequeño, pero ése es mi banco de pruebas, Es lo que tengo y creo que merece consideración... ¡me emociona cuando alguien viene y me dice "Cacho, qué linda que está Cervantes" o "Qué bien que quedó esto o aquello"!

-¿Pero qué hará como diputado nacional? ¿Ya maneja algún proyecto?

- ¡No, todavía no! Tengo aspiraciones.

- ¿Como cuál?

- Hay un tema que me obsesiona desde que lo instaló Alfonsín: el traslado de la capital federal a Viedma.

- Pero ese proyecto duerme el sueño de los dinosaurios.

- Sí, sí... y quizá se piense que estoy del mate... ¡pero tiene tanto sentido ese proyecto que me encantaría ser un diputado metido en el relanzamiento del tema! ¡Sueño con ese tema!

- Si no lo toma a mal, volvamos al planeta Tierra. A lo largo de cinco mandatos como jefe comunal trató con Massaccesi, con Verani y ahora con Saiz. ¿Cómo se llevó con cada uno de ellos?

- Con todos muy bien.

- ¿Hubo corrupción en los sucesivos gobiernos radicales?

- Sí, lamentablemente sí, y hay responsabilidades.

- ¿En qué caso y de quién?

- Y, algo pasó en el ahora ex BPRN, ahí hubo gente que...

- ¿Que qué?

- Mire, yo hablo desde la sospecha de que un banco no se puede venir abajo porque sí; ahí hubo gente, que en algunos casos ya no está en el partido, que algo debe saber de este tema, y hubo responsabilidades para que las cosas llegaran a un determinado punto. Yo estoy convencido de que Massaccesi no tiene nada que ver con eso. Pero bueno, tiene responsabilidades de mando, como las tengo yo en la comuna de Cervantes.


NOTA: publicado en el diario Río Negro el Viernes 24 de junio de 2005


http://www.rionegro.com.ar/arch200506/24/p24j02.php

¿Una nueva Capital para Venezuela?

Por: Rubén Vega
Fecha de publicación: 03/02/05


El fenómeno de metropolización de Caracas ha rebasado su capacidad física, es decir, Caracas no puede seguir siendo el gran imán que atrae gente e inversiones porque su geografía ya no lo permite, y además, fue víctima de un pésimo control urbano a pesar de contar con algunos planes.

Esta situación se refleja en los problemas de los servicios públicos y principalmente en el caos del tránsito terrestre. Esto afecta seriamente la eficiencia de las diversas labores que se realizan al verse frenados los flujos de personas, materiales e información. Uno de las labores mas afectadas es la administración pública la cual presenta bajo índice de eficiencia por los graves problemas de movilización lo cual hace que el día "rinda poco".

Irónicamente es la administración publica nacional la actividad que mayor influye en el fenómeno de "metrópolis" que no es otro que el de concentrar población y servicios en una espiral creciente que parece no terminar. Por otra parte, el resto de las ciudades de Venezuela presenta un crecimiento físico, poblacional y económico muy por debajo al de la capital de la república. Es asombroso comprobar que todos los habitantes del país tienen al menos un familiar en Caracas y casi todos los caraqueños tienen abuelos no caraqueños.

El desarrollo de muchos estados ha sido mínimo, no cuentan con servicios especializados, por lo cual se hace necesario acudir hacia las principales ciudades del país, y en algunos casos, solo hacia Caracas. El desarrollo regional está afectado por dos factores fundamentales, una débil política de descentralización económica y la existencia de una gran metrópolis en la cual se concentra la dirigencia política, financiera y cultural del país.

La única decisión audaz que ha tomado el gobierno nacional para enfrentar el problema del crecimiento desmedido de Caracas fue cuando se emprendió la descentralización industrial en los años 70, se trazó una política de sacar de Caracas hacia Maracay y Valencia las grandes industrias, lo cual ayudó, sin duda, a evitar un caos que era inminente.

Ahora toca una nueva cruzada para salvar a Caracas del desbarajuste en el cual está sumergido y además a contribuir con el desarrollo del resto del país, y es mediante el desplazamiento de la actividad gubernamental central hacia otro lugar del país. Al quedar Caracas sin la presidencia y los ministerios, implicaría en primer lugar, el traslado de muchos trabajadores hacia la nueva capital, así como también de personas y empresas ligadas a la actividad gubernamental, como son contratistas, asesores, suministradores de bienes y servicios, etc. En segundo lugar, comenzaría un proceso de ajustes y reubicación de actividades en Caracas que permitirá disponer de mas espacios para los que se quedan en la ciudad, lo cual se reflejará en mejor despliegue de actividades y agilización del tránsito terrestre.

Indudablemente que hay que hacer grandes inversiones en las nuevas estructuras que albergarán al ejecutivo nacional y en las residencias de los funcionarios. Hay que elaborar un plan a mediano plazo (5-8 años) para efectuar las obras que implique este traslado. Es fácil demostrar que la inversión tendrá una rápida tasa de retorno, los beneficios que traerá se pueden traducir en recursos económicos que indicarán el "buen negocio" que representa la decisión. Por todos es conocido el caso de Brasilia, que ayudo a bajar la presión poblacional y económica de Río de Janeiro en los años 60, y hoy Brasil goza de una cómoda capital y Río sigue siendo el corazón económico, cultural y turístico. El asunto a discutir no es si vale o no la pena mudar la capital, porque está claro los beneficios tanto para la ciudad de Caracas como para la actividad gubernamental, el asunto a discutir es ¿ donde se ubicará la capital?.

Desde hace años se ha venido manejando el criterio de ubicar la capital en el centro geográfico del país, este punto es Caicara del Orinoco. De esta manera, el gobierno nacional estaría ubicado en un punto donde dominaría con relativa cercanía a todo el país, y por otra parte, para los habitantes de todo el país le quedaría relativamente cerca la capital. Esto traería como consecuencia reducción en gastos de traslados, y lo mas importante, atraería población e inversiones hacia el centro y sur del país. Una propuesta similar ha hecho el diputado Santiago De León al sugerir que la capital sea Ciudad Bolívar, argumentando parte de lo anterior, la existencia de abundantes recursos naturales y el importante rol que tuvo en la historia.

Pero existen otros aspectos a considerar, y es la importancia de mantenerse cerca de los centros económicos del país y además formar parte de un eje de desarrollo. En vez de estar en el centro geográfico del país, debería estar cerca del centro de gravedad poblacional, o sea, en el punto donde se equilibre la población del Este con la del Oeste y la del Sur con la del Norte, este punto es el norte del estado Cojedes, pero hay que considerar otros aspectos, como lo es el hecho de tener fácil acceso hacia los diversos puntos cardinales del país, por lo cual debe estar cerca de una encrucijada nacional.

También la nueva capital debe estar integrada a un plan nacional de reordenamiento territorial, y en este aspecto ya está planteada la estrategia de desarrollar el eje llanero-norte, que incluye la construcción de una autopista desde Tinaco (Cojedes) hasta Anaco (Anzoátegui) pasando por Valle de La Pascua. Por lo expuesto, sería interesante considerar la ubicación de la capital al norte del estado Guarico, en la futura encrucijada que formará la autopista del norte llanero y la vía Maracay - San Fernando de Apure. En este punto hay un centro poblado denominado Dos Caminos cercano a Ortiz, allí se cuenta con la cercanía del embalse de Calabozo y suficiente espacio para crecer sin obstáculos naturales.

Considero importante y necesario iniciar un foro nacional donde se propongan opciones para ubicar la nueva capital de Venezuela y debatirla ampliamente hasta lograr un consenso, antes de que se promulgue una Ley que defina la capital del futuro.

*Urbanista egresado de la USB en 1985
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